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El dogma y la opinión

La filosofía social es la fuente inspiradora del libre pensamiento. Es pedante el criterio que sitúa a esa ciencia en el campo de la selectividad. Claro que hay mención específica de filósofos sellados por la celebridad. Pero esas son excepciones, los creadores de época —epónimos por tanto— como Aristóteles para poner a un formidable ejemplo de la inmortalidad. El pensador es un filósofo. “Pienso, luego existo”, proclama Descartes.

Haciendo uso de la facultad natural de pensar y exteriorizar, me refiero al dogmatismo político, a la metamorfosis que es tan común en el ser humano desde que se inicia en la cuna hasta que termina en el hoyo del cementerio. La política está vinculada a la filosofía social. La diversidad en la “varieté” dirían los franceses. De ella por supuesto no estamos exentos los nicaragüenses. Cada uno de nosotros, los inquietos de conocer y vivir el proceso de su evolución creemos que ella simboliza, refleja a la verdad absoluta aunque ella cambie de acuerdo al concepto que se tenga de ella motivado por el “ego”, por la anemia que debilita a la sostenibilidad de la convicción, por una serie de razones propiciadas por las circunstancias.

Debo incluir dentro de las clasificaciones del pensamiento, de la opinión, la diferencia que hay entre el opinó logo y entre y el dogmático en todos los temas principalmente en los políticos. Debo concentrarme en la riqueza participativa de las opiniones vertidas en el seno de los medios públicos concernientes a la radiodifusión, a las redes sociales, al colorido visual y conceptual de la televisión. Plausible, bienvenida es la actitud sumada de los participantes cuyos criterios vuelven más subjetivos que objetivos esos campos públicos. Mucho de su contenido con mayor frecuencia en la radiodifusión depende de la comunicación telefónica y no de la posición —puede ser dogmática— del expositor central.

Cada vez que surgen las iras del poder surgen los opinantes en dosis multiplicadas, improvisados por la emoción repentina sin detenerse en la hondura del análisis. En seis meses de crisis política las voces han aumentado en la radiodifusión para poner el ejemplo más frecuente. Ya no es aquel medio que enriquecía su horario con los aportes de la imaginación donde la mesa lucía la corona de la erudición.

En este tiempo la voz corre con tesitura de atleta: “Vamos ganando” con lo cual se emite la sensación de estar en el campo deportivo o en un juego de naipes. Respeto ese estilo de opinión. Pero también debe exponerse con seriedad que Nicaragua sufre un drama real, la filosofía del dolor.

Toda opinión es valorable. Tendrá mayor jerarquía cuando se concilie con la plenitud de la verdad.

El autor es periodista.

Opinión Aristóteles archivo
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