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Ortega-Murillo deberían dialogar ahora

Las decisiones equivocadas de la dictadura Ortega-Murillo sufrieron un embate del gobierno norteamericano de Donald Trump que debe hacer reflexionar al régimen. En un solo día el Estado norteamericano dio tres contundentes golpes.

El primero fue la orden ejecutiva que firmó el martes Trump y que declara a al régimen Ortega-Murillo una “amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos” y ordena actuar en consecuencia con esa nueva categorización del régimen. Cuesta pensar que con ese nuevo calificativo Nicaragua sea visto en el corto y mediano plazo como un país “normal”.

A raíz de la orden ejecutiva, el Departamento del Tesoro casi a lo inmediato da un segundo golpe, al sancionar directamente a la vicepresidenta designada por el CSE, Rosario Murillo; así como al brazo derecho de Ortega en materia de espionaje y seguridad. Esto prácticamente los deja en parálisis financiera a ambos, junto a los tres cuatro sancionados anteriormente.

El tercer golpe fue la aprobación unánime en el Senado de los Estados Unidos del proyecto de ley S.3233, conocido como “Magnistky Nica”, que prontamente será validada en la Cámara de Representantes para su posterior promulgación presidencial y convertirse en ley.

LA PRENSA no hubiera deseado que las cosas llegaran a este nivel para terminar con el destrozo de la institucionalidad, las violaciones a los derechos humanos, la corrupción y enriquecimiento ilícito, el modelo corporativista y todo lo que conocemos ocurre bajo este régimen, pero que ha cobrado más dramatismo a partir de la explosión popular del pueblo en multitudinarias manifestaciones y protestas en todas las ciudades de nuestro país y la ola represiva criminal desatada a través de paramilitares protegidos y coordinados con la Policía Orteguista ante el silencio cómplice del Ejército de Nicaragua, como dicen algunos actores relevantes en nuestra sociedad.

Pero con esos tres golpes dados en un solo día, queda clara cuál es la posición de Estados Unidos ante la brutal represión y la corrupción del régimen orteguista. Ante eso, no hay que olvidar que también en la Organización de los Estados Americanos (OEA) Nicaragua está bajo la lupa y ese organismo, apoyado por un considerable número de miembros, busca los votos para invocar la Carta Democrática en contra del régimen.

La dictadura Ortega-Murillo cegada por la soberbia y la furia puede pensar que ha “aplastado” la rebelión ciudadana a sangre y fuego, pero precisamente ha sido esa brutal reacción contra ciudadanos desarmados y la resistencia de los mismos lo que ha llamado la atención internacional. Mal haría el régimen con subestimar las acciones que ha tomado Estados Unidos, la OEA y otros miembros de la comunidad internacional, sobre todo porque el espíritu de libertad sigue vivo entre los nicaragüenses y, no se debe olvidar, el país está cada día más cerca del colapso económico. Ortega y Murillo deben dialogar ahora, si no quieren causarle aún más daño a la ciudadanía y a ellos mismos.

Editorial Daniel Ortega Rosario Murillo archivo
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