El papa Francisco ha hablado de nuevo sobre la necesidad del diálogo para resolver la crisis de Nicaragua.
En su mensaje de Año Nuevo al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano, Francisco expresó este lunes 7 de enero: “Pienso particularmente en la amada Nicaragua, cuya situación sigo de cerca, con el deseo de que las distintas instancias políticas y sociales encuentren en el diálogo el camino principal para empeñarse por el bien de toda la nación”.
Es la segunda ocasión en menos de un mes que el sumo pontífice católico se refiere a la situación de Nicaragua, donde desde abril del año pasado ha habido una catástrofe de derechos humanos causada por la represión de la dictadura contra las protestas pacíficas y la rebelión cívica de los ciudadanos que claman por libertad, justicia y democracia.
En su mensaje de Navidad, Francisco pidió a los nicaragüenses que “se redescubran hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del país”.
Estas palabras del papa fueron criticadas en una carta pública por 20 expresidentes que forman parte de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), en la que participa el expresidente de Nicaragua don Enrique Bolaños Geyer.
Los exjefes de Estado y Gobierno recuerdan a Francisco que las poblaciones de Nicaragua y Venezuela “son sometidas al sufrimiento por sus gobiernos, bajo regímenes que sirven a la mentira, y los líderes sociales y políticos, los conductores de opinión y prensa, sufren cárcel, persecuciones y también la muerte, como le consta a los organismos americanos y europeos de derechos humanos”. “Los que oprimen a otros y los despojan de su debida libertad no pueden ciertamente contribuir a la concordia deseada, de manera que el llamado debe hacerse fundamentalmente a los que gobiernan las naciones”, precisan los expresidentes.
Pero a nuestro entender no hay contradicción entre la exhortación del papa y la opinión de los líderes democráticos de IDEA. Solo que el lenguaje del papa no es político, sino pastoral y diplomático, sobre todo al dirigirse a los embajadores acreditados ante el Estado Vaticano. Por eso subraya que “la Santa Sede no busca interferir en la vida de los Estados” y asegura que su pretensión es “ponerse al servicio del bien de todo ser humano” y “trabajar por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas”.
En realidad, según la doctrina católica el diálogo y la reconciliación solo se pueden construir sobre las bases sólidas de la tolerancia, la libertad y la justicia.
La concordia de que habla el papa Francisco no es sumisión del pueblo oprimido a la dictadura represora. El diálogo es un instrumento civilizado para resolver la crisis del país de manera democrática, con libertad y justicia, como tantas veces lo han dicho y repetido los obispos de Nicaragua.