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Gonzalo Carrión, director jurídico del Cenidh. LAPRENSA/O.Navarrete

Gonzalo Carrión: “Nunca había llorado tanto como en estos nueve meses”

Gonzalo Carrión, director jurídico del Cenidh, habla después del despojo a la organización, los señalamientos en su contra y de cómo pasó a sentirse una víctima más de la dictadura

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Por primera vez en su vida Gonzalo Carrión se ha sentido como una víctima. Después de 26 años defendiendo los derechos humanos, hombro a hombro a la par de los abusados y violentados, uno de los defensores más beligerantes que ha tenido el país ahora está siendo perseguido.

“Triste por las circunstancias pero lleno de orgullo por el trabajo que he hecho”, aclara Carrión, desde algún lugar que no quiere revelar para no ser capturado.

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Carrión explica el despojo y asalto al Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), organización de la que ha formado parte durante casi la mitad de su vida, como una muestra de que la dictadura Ortega Murillo “está viviendo sus últimos días”.

“Sabíamos que en algún momento la dictadura haría algo contra nosotros, pero no pensábamos que lo haría de esta manera”, dice Carrión. “Lo que pasa es que la infamia de los agresores sobrepasa los pensamientos y la razón”, agrega.

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En las últimas semanas Carrión ha sentido con más claridad las comparaciones de la dictadura somocista con la actual. Al igual que hace 40 años ha tenido que separarse de su familia para protegerse. Pero sobre todo “llorar mucho” ante los diferentes momentos de la más cruda represión. De estos temas y del futuro del Cenidh hablamos en esta entrevista.

¿Por qué cree que se ensañaron contra el Cenidh?
Lo que le sucedió al Cenidh es propio del desarrollo de una dictadura con su brutal represión. Es la naturaleza de esta dictadura. No se podía esperar nada bueno de este gobierno, después de haber masacrado a un pueblo. Esta masacre de organizaciones es lo que en realidad ha caracterizado al régimen.

¿Ustedes lo toman como represalia?
Claro. Si te fijás eliminaron la personalidad jurídica en el mismo momento que se aumentó la represión a los medios de comunicación independientes. Esta respuesta se explica por los 28 años de labor del Cenidh, y en la crisis actual por acompañar a la gente de la misma forma. El trabajo del Cenidh en estos meses se vio reflejado en los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Naciones Unidas y el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

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¿Qué persigue el Gobierno?
Fue una respuesta contra los defensores de derechos humanos que documentamos las violaciones. Pretendieron apagar la interlocución de los defensores con la población. Dicho sea de paso no lo han logrado. Porque aun cuando le quitaron la personalidad jurídica, el Cenidh logró un gran propósito: trascendió más allá de su nombre, porque la gente aprendió a defender sus derechos de forma cívica. Por ahora le quitaron su nombre, pero me declaro orgulloso de haberme entregado a la causa.

Pero con el cierre del Cenidh la gente siente un vacío…
De hecho sí, hay que decirlo objetivamente: fuimos golpeados. Las organizaciones no existen sin personas, y nosotros fuimos personalmente golpeados porque sufrimos un asalto. Fuimos despojados. Fue un golpe importante, severo, pero creo que se da en la etapa final de esta dictadura. Este golpe más bien es una expresión de debilitamiento de la dictadura.

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¿Desaparecerá el Cenidh?
El objetivo de la dictadura es que no exista el Cenidh y se lo tomaron. Con la dictadura el Cenidh está imposibilitado, en el ejercicio de las capacidades que se tenían. Asaltaron y despojaron a la institución. La voluntad de la dictadura es la represión para todos y nosotros somos blancos. Pero el Cenidh trascendió en su eslogan: “Derecho que no se defiende, derecho que se pierde”. Independientemente de lo que vaya a pasar con la organización, hicimos una contribución a la popularización y conocimiento de los derechos humanos.

¿Cómo se explica la agresión contra los defensores y periodistas?
Somos dos eslabones fundamentales conectados con la población. Esta combinación de periodismo independiente con defensores de derechos humanos, sin haberla establecido formalmente, es una suerte de hermanamiento que busca la verdad y la justicia, los dos grandes deseos de nuestro pueblo. No era casual que nos mirábamos en la calle, en las instituciones, en las acciones de defensa de la Constitución. Las víctimas alcanzaron empatía con los defensores y periodistas. Es extraordinario haber coincidido con este momento.

Juana María Figueroa denuncia ante abogado del Cenidh, Gonzalo Carrión, detención ilegal de su hijo de 15 años. LA PRENSA/E. ROMERO

¿Por qué la represalia particularmente en su contra?
Todo el personal del Cenidh estaba sometido al acecho. A mí desde el propio 18 de abril me dieron un garrotazo en la cabeza. Nosotros no hemos sido defensores de oficina. Por asumir los riesgos nos castigaron. Nos hicieron campañas permanentes en la televisión, en las páginas del gobierno. En las redes hubo amenazas de muerte. Y cada vez que estábamos a favor de las víctimas nos achacaban eso. Había monitoreo de mis actividades y asedio.

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¿Qué opina sobre los señalamientos en su contra en el caso de la familia del barrio Carlos Marx?
Fue una conferencia bochornosa donde me tratan de culpar por la masacre más conocida que cometieron los agentes del Estado. Me involucraron, junto con doña Vilma Núñez, en uno de los crímenes más bochornosos y considerados crímenes de lesa humanidad. Entonces ya ese era el paso a la criminalización de nosotros y la persecución individual más intensa. Ese es el patrón que se ha visto: cada vez que agarraban a alguien había una campaña intensa para descalificarlo y justificar su captura.

¿Qué pensó cuando miro esa conferencia?
No miré la conferencia en vivo. Me llegó un mensaje de que ya estaba en desarrollo. Ahí me percato que ya hay un vehículo dándonos seguimiento. Pero entonces se tejió una red espontánea de personas que hizo que me resguardara. Me movieron y ya en un punto pude ver el fiasco de conferencia. Ahí recordé el realismo mágico de las novelas de García Márquez, y pensé: esto no puede estar pasando, es mentira. En ese momento comienzo a sentir la sensación que ha sentido nuestro pueblo: ser sometido.

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¿Qué hizo?
Como yo había estado acostumbrado a acompañar a la gente todos estos años, empecé a vivir la condición de víctima, pero a la vez llenándome de valor. Porque a raíz de este ataque los periodistas empezaron a recordar y publicar las pruebas de lo que había pasado en el barrio Carlos Marx. ¿Qué mejor defensa que la verdad documentada? Pero además está bien documentada porque estaban los defensores de derechos humanos, los periodistas, y la participación protagónica de las víctimas. ¿Qué mejor defensa que la gente? Yo no tuve que hablar.

Después de pasar años del lado de las víctimas, ¿cómo ha sido el cambio en este último mes?
Les he compartido mi testimonio a las personas que me han ayudado. Nunca había llorado y expresado tanto sentimiento de dolor como en estos nueve meses. Es imposible no hacerlo cuando se abrazaba a personas que habían sobrevivido a algún hecho: las víctimas o sobrevivientes. En su momento abracé a muchos de los que están presos. Es difícil que uno no se impacte con tantas cosas. Nunca nos esperábamos que lo hicieran de esa manera. Lo que pasa es que la infamia te supera en el pensamiento. Hemos estado nueve meses gobernados por la barbarie, por la sinrazón, o por la razón de obtener el poder.

¿Qué fue lo más fuerte que ha vivido en todos estos meses?
Las diferentes masacres, porque además de haber llegado al barrio Carlos Marx, yo estuve en la masacre del Día de las Madres. Llegué hasta la UCA y vi de cerca la estampida. Yo sabía que estaba en desarrollo una masacre, porque conozco el ruido de los fusiles. Pero también en los primero días estuvimos en la Upoli, cuando mataron personas. Escuchamos los testimonios de la gente que tenía familiares desaparecidos en diferentes cárceles, de los padres que les mataron a sus hijos, los familiares que no pueden ni preguntar por sus hijos en el Chipote. En 26 años de labor mía no había visto algo parecido.


“Nunca había llorado y expresado tanto sentimiento de dolor como en estos nueve meses. Es imposible no hacerlo cuando se abrazaba a personas que habían sobrevivido a algún hecho: las víctimas o sobrevivientes. (…) Hemos estado nueve meses gobernados por la barbarie, por la sinrazón, o por la razón de obtener el poder”.
Gonzalo Carrión, defensor de derechos humanos


¿En Nicaragua quién defiende a los defensores de derechos humanos?
El Estado Nicaragua fue condenado hace un par de años por el caso de la muerte de Francisco García Valle, esposo de la abogada y defensora María Luisa Acosta, en la Corte Interamericana. Uno de los aspectos que se dispuso es que se creara un protocolo para defensores, pero en Nicaragua, por supuesto, los derechos y garantías están completamente en ruinas. Precisamente por eso es que es una dictadura: no hay un solo mecanismo que haga efectivos los derechos y garantías de protección a nuestro pueblo, y mucho menos a los defensores. Ese era el trabajo de nosotros.

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¿Qué ha sido lo más duro de estos días?
El dolor de nuestras familias, de las cuales estamos alejados. Igual que en la dictadura de Somoza, ahora he tenido que separarme. Estas cosas no se olvidarán, y nos tienen que hacer crecer. En esta semana cumplí 58 años, y te imaginás lo triste que fue pasar sin mi familia. Lo que hemos tenido es el cariño de ternura solidaria. Nos llaman y preguntan por nosotros ahora que somos blanco de ataques. La gente nos siguen llamando y consultando. En la cruda represión desde abril nuestros teléfonos se volvieron populares, y hubo gente que sin conocernos nos llamaba preguntando. Yo lo desactive y cuando lo volví activar aparecieron miles de mensajes.

Usted vivió un poco la dictadura somocista, y hemos visto que se compara mucho a Ortega con Somoza, ¿cuál es su opinión?
En lo que se comparan es que las dos son dictaduras sangrientas. Para mí esta es otra dinastía porque Ortega tiene 40 años en el poder, gobernando desde arriba o desde abajo. Desde 1979 es protagonista, para bien o para mal de los sufrimientos de nuestro pueblo. Este año cumple 40 de estar en las esferas del poder. Con esta dictadura hay un agravante: porque atacó a un pueblo desarmado. Somoza nunca tuvo tantos presos políticos como los hay ahora. Es decir, a esta fecha, a casi nueve meses de iniciada la represión tampoco conocemos a ciencia cierta cuántos muertos hubo en su totalidad, ¿por qué? Porque no se conoce el paradero de varias personas que huyeron en el éxodo. Es cierto que la dictadura somocista bombardeo varias ciudades, pero Ortega utilizó armas de guerra para las operaciones limpiezas. Por eso se habla de crímenes de lesa humanidad.

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Plano personal

Gonzalo Carrión cumplió 58 años el pasado 10 de enero

Nació en León y a los 15 años vino a trabajar a Managua como obrero en una fábrica de productos de PVC.

A los seis años vio el primer asesinado en su vida. Se trata de su primo hermano René Carrión López, a quien asesinó un famoso torturador de la Guardia Nacional en León.

Gonzalo Carrión, de boina, en la Cruzada Nacional de Alfabetización. LA PRENSA/ CORTESÍA

Sus dos hermanos mayores fueron guerrilleros del Frente Sandinista y él mismo se sumó a la ofensiva final de la insurrección, en los barrios orientales de Managua cuando tenía 18 años.

En 1980 participó en la Cruzada Nacional de Alfabetización, como jefe de columna en El Rama.

Fue dirigente estudiantil en la UCA y de ahí pasó a integrarse al Cenidh hace 26 años.

Tiene una licenciatura en Derecho de la UCA, y una maestría en Derecho Constitucional en Chile.

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