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Diálogo Nacional se ha “debilitado” con retiro de obispos, valora Alejandro Serrano Caldera

En su análisis político, Serrano Caldera enfoca su mirada en la crisis que vive Nicaragua; en la raíz del mal: la reelección y concentración de poder del dictador; y en la tesis del "golpe de Estado"

El retiro del Diálogo Nacional de la Conferencia Episcopal de Nicaragua como testigo y acompañante y la participación aún no confirmada de la ONU y de la OEA como garantes internacionales “ha debilitado las posibilidades de un resultado satisfactorio”, generado “incertidumbre”“nublado la esperanza”, sostiene el analista político y filósofo Alejandro Serrano Caldera, autor del nuevo libro Filosofía y crisis / Otros ensayos.

A casi un año del estallido social (el 18 de abril del 2018), organizaciones de derechos humanitarios han registrado entre  325 y 561 personas asesinadas; más de 700 presos políticos (un poco mas de 100 excarcelados unilateralmente por Ortega); cientos de desaparecidos, miles de heridos y más de 50 mil nicaragüenses exiliados.

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En tanto Organización de los Estados Americanos (OEA ) mantiene en proceso la aplicación al Gobierno Orteguista de la Carta Democrática Interamericana.

Por su lado el régimen Orteguista quien lleva doce años en el poder mediante elecciones fraudulentas, se declara víctima de un fallido “golpe de Estado” y ha criminalizado a los manifestantes y presos políticos al tildarlos de “golpistas, terroristas y delincuentes”.

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Para Serrano Caldera este segundo intento del Diálogo Nacional que pretende a través de su “hoja de ruta” buscar salida a la crisis  sociopolítica, no debería ser para “encubrir la realidad”, “seguir haciendo lo mismo”, o “ganar tiempo y ventajas” políticas del parte del régimen dictatorial de Ortega.

Sino por el contrario debería ser “para encontrar alternativas, soluciones y proyectos que permitan sacar a Nicaragua de esta crisis  y proyectarla hacia un proyecto de nación verdadera”.

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En su análisis político y filosófico, Serrano Caldera enfoca su mirada crítica en la crisis que vive Nicaragua; en la raíz del mal: la reelección y concentración de poder del dictador; en la tesis del “golpe de Estado”, el estancamiento del diálogo; en las libertades de expresión y movilización, derechos consignados en la Constitución Política; y en la idea del Estado-Nación.

Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua en el primer día de inicio del Diálogo Nacional como testigos y acompañantes. El pasado viernes anunciaron su retiro de la mesa de diálogo. LA PRENSA/Cortesía

“El diálogo no es para encubrir la realidad”

—¿A un año de la crisis social cómo ve el futuro cercano de Nicaragua?

—Este futuro cercano va a depender de lo que hagamos en el presente. El futuro es lo que se hace de la realidad, y en este momento hay la esperanza del diálogo, pero esta esperanza se ha nublado y entristecido por la decisión que han tomado los señores obispos de la Conferencia Episcopal de no participar en el diálogo.

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Su no participación debilita enormemente la naturaleza de la característica del diálogo y sobre todo produce incertidumbre en la opinión pública que tiene como referente principal en todo el país a la Conferencia Episcopal.

—Realmente usted cree que hay voluntad política del Gobierno Orteguista de llegar a acuerdos. La vez pasada se suspendieron las negociaciones.

—Esperemos que las tenga, porque si no la tiene lo que realmente hace es estar agudizando la crisis. El diálogo no es para encubrir la realidad, no es para seguir haciendo lo mismo, no es para ganar tiempo y ventajas, sino para encontrar alternativas, soluciones y proyectos que permitan sacar a Nicaragua de esta crisis  y propulsarla y proyectarla hacia un proyecto de nación verdadera.

—El Gobierno orteguista no ha aceptado de garantes a los organismos internacionales, la iglesia se ha retirado, ¿estamos ante un estancamiento?

—Hay un estancamiento en ese sentido, hay un debilitamiento del diálogo, porque aquí son fundamentales la iglesia porque es la que otorga y proporciona la confianza y la certeza de la corrección de lo que se está haciendo en manos de los obispos y de las instituciones internacionales como la OEA y la ONU, que son absolutamente imprescindible como garante que le den confianza  y seguridad a lo que se negocie en el diálogo.

Los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua fueron mediadores y testigos del primer Diálogo Nacional en Nicaragua, dos meses después de la crisis de abril, en 2018. LA PRENSA/Archivo/C. VALLE

De tal manera que la ausencia de la iglesia por una parte —  esta vez como testigo y acompañante que es la característica que le dieron, no de mediador como antes —, debilita su participación.  Y la decisión de la iglesia de no participar aduciendo razones morales muy fundamentales y afirmando su compromiso moral y ético con el pueblo de Nicaragua y las necesidades de los nicaragüenses, indudablemente su ausencia es un vacío difícil de llenar.

Y no la participación en este momento que no ha sido confirmada de la  OEA y las Naciones Unidas como garante debilita aún más las posibilidades de un resultado satisfactorio.

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—Otro tema candente es la libertad de expresión como de movilización. En Venezuela por lo menos se ven movilizaciones en Nicaragua han sido prohibidas. ¿Usted cree que hay una especie de “estado de sitio”?

—Hay un estado de facto en Nicaragua, por cuando estas no pueden ser concesiones que pueden obtenerse de un diálogo, de una negociación. Estos son derechos fundamentales que están garantizados la Constitución política. La libertad de expresión, la libertad de movilización, la libertad de reunión, no son concesiones que se van a obtener en una conversación, en un dialogo, sino que son derechos establecidas en las leyes de Nicaragua. Por lo tanto de lo que se trata es de cumplir con las obligaciones que el Estado tiene que respetar esos derechos.

—Los sucesos de abril hasta la fecha se han registrado centenares de heridos, muertos, exiliados, presos políticos. ¿Cómo resolver este asunto tan grave de derechos humanos, se podría crear una ley de reparación…?

— Lo primero es que el poder respete los derechos humanos, respetar lo que le corresponde a cada quien. Cesar la represión y la persecución. Liberar a los presos políticos que no pueden ser encarcelados por ejercer su derecho de reunión o de manifestación; es decir crear las condiciones de respeto y seguridad  y observancia de lo que las leyes y Constitución de la República establece.

—Usted habla de cesar la represión. Hay cantidades de paramilitares y policía “voluntarios” que son parte.  ¿Habría que iniciar un proceso de desarme con el aval del Ejército?

—Sin duda alguna tiene que existir un desarme, y tiene que existir una no represión. El apoyo que pueda dar el Ejército es muy valioso sobre todo en esto, ya que no puede permitirse que anden armados grupos que no le corresponde de ninguna forma ser esto, o que sean parte de las instituciones políticas y militares del país.

—¿Qué opina usted sobre la tesis de “golpe de Estado”, que el  Gobierno Orteguista, realmente existe este concepto?

—Realmente no. No ha habido ningún intento de golpe de estado, ni pueden permitirse decir  que el derecho de reunión, el derecho de manifestarse, el derecho de opinión constituye un golpe de estado. Y en ninguna forma constituye un intento de golpe de estado. Sino que es el ejercicio de derechos consignados en la Constitución política.

—El Gobierno orteguista habla de su “buen gobierno”, que hay  “revolución, en cambio la oposición habla de una “dictadura militar”. ¿Cuál es su lectura?

—Mi lectura es que hay una crisis, un abuso del poder y que de alguna forma el poder debe de subordinarse a la ley. El poder es lo que la ley dice es el poder, y no puede hacer un ejercicio que trascienda el marco legal.

—El historiador Emilio Álvarez Montalván, en su libro sobre  Cultura política hablaba que el origen del mal está en la reelección de los caudillos. ¿Cree que este el origen del mal de la dictadura?

—Creo que sí. El origen es la reelección es una fuente de la crisis, y junto a la reelección viene lo otro que es la concentración del poder. Cuando el poder se concentra, el poder se deforma.  Ni reelección, ni concentración del poder, sino elecciones alternativas como expresiones del poder; y de alguna forma respeto a lo que la ley establece como límites al poder.  Todo poder que se concentra en un pode arbitrario, todo poder que se repite, tiene en si el germen de su descomposición.

—Los nicaragüense están demandando elecciones transparentes, limpias, reformas al sistema electoral, incluyendo temas sobre democracia y justicia han sido llevadas al diálogo. ¿Cómo las ve?

Son elementos constitutivos básicos, pero hay otros elementos fundamentales, el respeto a los derechos humanos, la liberación de los presos políticos, el cese de la represión, son elementos fundamentales, que sin ellos de nada serviría los cambios que deben hacerse, deben hacerse cambios en el sistema electoral y que garanticen elecciones libres y transparentes.

—En sus cátedras de filosofía y política Ud. ha promovido el proyecto de “estado-nación”, ¿Cuál es su esencia?

—Es el estado de la organización, jurídica y política de la nación. La nación es el conjunto  de personas que de alguna manera adquieren una cierta identidad en base a compartir derechos, valores y principios que le son comunes.

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