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Perspectivas

La situación económica, social, política y sicosocial en que nos encontramos, requiere acciones que nos permitan superarla. El régimen no tiene futuro, su permanencia irá agravándonos. Ya es imposible que la inversión extranjera directa regrese o las inversiones privadas vuelvan sin un clima de confianza, seguridad jurídica y Estado de derecho. Sin las correcciones jurídicas y políticas imprescindibles para volver a la normalidad y hacia un verdadero proceso de reconciliación nacional.

Aparentemente no hay una fórmula para resolver esta situación, garantizándonos una transición pacífica hacia la democracia y la construcción de una Nicaragua para todos. Tenemos que ver como parte del pasado la tasa de crecimiento —desarrollismo sin derechos— que logró, gracias a los petrodólares birlados al pueblo venezolano, un “modelo” que colapsó al quedar palmariamente demostrado que los nicaragüenses no aceptamos la imposición de una nueva dictadura para obtener el desarrollo. No estamos en China continental, ni en Corea del Norte, estamos en un país cuya población aspira a vivir en libertad y democracia, no hay aquí emperadores ni partido único, mucho menos sucesiones dinásticas de reyes a príncipes.

Imponerle una camisa de fuerza a las demandas libertarias solo prolongará la agonía y hará la solución más costosa en términos humanos y materiales. Apostar a eso es apostar al suicidio personal, familiar e institucional, si es que se puede hablar aún de instituciones.

Algunos creen que no tenemos derecho a la democracia porque sus variables econométricas y sus análisis cuantitativos digan “que el país no da para más”. Faltan los factores cualitativos que dieron origen al estallido social de abril 2018 y cuya mezcla sigue presente en la cotidianidad. No nos acostumbramos a vivir acechados, atemorizados, amenazados en un país donde no hay lugar para la ambigüedad.

Que Nicaragua cambie será inevitable. Es cuestión de tiempo y de conducir adecuadamente las negociaciones y el malestar de la población que cada día aumenta.

A la par de la Mesa del Diálogo hacen falta expertos en negociación de la Universidad de la Paz, del PNUD, de universidades que han desarrollado y apoyado procesos de negociación tan o más complejos que este, hasta lograr su cumplimiento para no volver a repetir los procesos inmediatistas de finales de los ochenta que, basados en Esquipulas I y II, fueron frustrados por la ambición de poder y la perversidad. Estoy claro, sí, que más que acompañamiento técnico lo que se necesita es voluntad, especialmente de quienes detentan el poder.

Se trata de regresarnos el derecho a la vida, a la libertad, a la democracia y a la paz definitiva.

El autor es presidente de la Comisión Relaciones Internacionales del Partido Ciudadanos por la Libertad. Fue Miembro de la Comisión Nacional Reconciliación Creada por los Acuerdos de Paz Esquipulas II.

Opinión Nicaragua perspectivas archivo
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