Cuenta la historia que Pirro II (318-272 a. de C.), rey de Epiro, en su lucha contra el imperio romano logró vencer en una batalla que, al analizar el altísimo costo que en soldados y bienes materiales había incurrido, le hizo exclamar: “¡Otra victoria como esta y volveré solo a casa!”. De ahí que se considera pírrica cualquier victoria donde el supuesto vencedor ha resultado con mayores pérdidas que el vencido.
Tal y como lo advertí en un artículo anterior la dictadura de los Ortega-Murillo, haciendo uso de los presos políticos, ha decretado una autoamnistía con dos propósitos fundamentales:
a) En el plano interno: con la alegría que nos produce la libertad condicionada de nuestros compatriotas presos apaciguar los ánimos de nuestra población y ante la sombría perspectiva de nuevos sufrimientos, hacer que nos resignemos a esperar la ilusoria posibilidad de un cambio hasta en el 2021. Además, se le garantiza la impunidad a las huestes orteguistas para que sigan asesinando y violando los derechos humanos de los nicaragüenses.
b) En lo externo: frenar todos aquellos proyectos encaminados a presionar a la dictadura para que restaure la democracia y convoque a elecciones adelantadas a la mayor brevedad posible en nuestro país.
Como en los cuentos de Chespirito: todo estaba fríamente calculado. Por eso es que algunos fanáticos orteguistas consideran la autoamnistía como un triunfo ya que preludia, según ellos, el retorno a la normalidad. Más, por lo que estamos viendo, a mí me parece que esto más bien se asemeja a una victoria pírrica para la dictadura, por lo siguiente: a) nacionalmente: con el excarcelamiento de los y las lideresas de las protestas, que han reiterado su propósito inquebrantable de seguir luchando hasta alcanzar la auténtica democracia para Nicaragua, la Alianza Cívica y la Unidad Nacional Azul y Blanco se han fortalecido y estarán en mejor capacidad de afrontar los retos del futuro. Y b) internacionalmente: tanto los gobiernos democráticos como los organismos de derechos humanos no se han dejado embaucar, calificando al mamotreto ese como que está orientado a favorecer a los esbirros y sicarios del régimen, garantizándoles su impunidad absoluta.
La cárcel es el crisol donde se forjan los nuevos líderes que han de conducirnos a la inexorable victoria. Así es que con ese triunfo pírrico de los Ortega-Murillo, como el Pirro de la historia, ya deberían de ir pensando que con las nuevas arremetidas de la oposición unida y el mayor respaldo internacional que se augura, no les quedará más recurso que resignar el poder para que la paz y la tranquilidad vuelvan a reinar en los hogares nicaragüenses.
El autor es periodista y Secretario General de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).