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Ortega, Silvio Baéz

¡A 40 años, un nuevo consenso!

En el cuarto de siglo previo al derrocamiento de Somoza, Nicaragua había crecido a una de las tasas más altas de América Latina

Ninguna sorpresa en declaraciones que el secretario internacional del FSLN, diputado orteguista Jacinto Suárez, hizo esta semana: Ortega no cree en democracia. “¿Cuál es el problema que todos los órganos del Estado respondan a Ortega? Es mejor, da estabilidad y coherencia al gobierno”. Lo mismo se creía mientras el modelo de crecimiento económico autoritario funcionaba, hasta que estalló la crisis de abril y todo se desmoronó. Ortega mismo se ha encargado de repetir en varias ocasiones que no cree en la democracia. En 2009, recién iniciado su gobierno, lo dijo en declaraciones con motivo de la Cumbre Hemisférica de Trinidad y Tobago: “El pluripartidismo no es más que una manera de desintegrar a la nación”.

En ocasión del 40 aniversario de la revolución sandinista, el próximo fin de semana, es bueno recordarlo. En el cuarto de siglo previo al derrocamiento de Somoza, Nicaragua había crecido a una de las tasas más altas de América Latina. Somoza cayó por crisis política y moral, no por razones socioeconómicas, como la crisis actual se explica por razones estrictamente políticas y morales: Ortega interrumpió la incipiente construcción democrática durante la cual, es bueno recordarlo, también crecíamos económicamente tanto y más como con Ortega, y sin sacrificar a la democracia.

En su suerte de memoria de la década sandinista de los 80, titulada Adiós muchachos, Sergio Ramírez reflexionó así: “La revolución no trajo la justicia anhelada para los oprimidos, ni pudo crear riqueza y desarrollo, pero dejó como su mejor fruto la democracia, sellada en 1990 con el reconocimiento de la derrota electoral, y que como paradoja de la historia es su herencia más visible, aunque no su propuesta más entusiasta…”

Ortega ha sido consistente en su crítica a la democracia. Lo mismo se discutía dentro del FSLN durante los años 90, en las controversias que condujeron a la creación del Movimiento Renovador Sandinista (MRS). Mientras, con las dificultades derivadas de la complejidad de la transición democrática, el grueso de diputados que dieron origen al MRS respaldaron las principales leyes de esa transición, Ortega en su famoso gobernar desde abajo intentaba recuperar el poder, y canceló la democracia cuando lo hizo.

Ahora existe la misma gran coalición nacional e internacional que se gestó contra Somoza, y la Alianza Cívica nos está representando en lo que se anticipa como el fin de la dictadura orteguista.

Con diferencias sustanciales a 1979: no hay lucha armada hegemonizada por el FSLN, y ahora existe un gigantesco consenso en buscar el crecimiento económico sostenible, con base en la democracia representativa y la economía de mercado.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Columna del día consenso Crisis en Nicaragua archivo

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