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El ejercicio del poder y la muerte

Carlos Fernando Chamorro Barrios relata en su revista electrónica Confidencial, que en una reciente entrevista con el presidente de la República del Ecuador, Lenin Moreno, este le dijo que en un régimen democrático “bastaría un solo muerto para que cambie un Gobierno. Y lo que ha pasado en Nicaragua, dice, con centenares de muertos, es algo verdaderamente inadmisible”.

Hace unos días el exgobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, renunció al cargo después de grandes protestas cívicas que le exigían dejar el poder por haber cometido actos éticamente condenables. Roselló no ordenó a la Policía disparar ni un solo tiro contra los manifestantes, a pesar de que algunos se desbordaron y provocaron actos de violencia. El gobernante puertorriqueño reconoció el derecho de los ciudadanos a pedirle la renuncia y se marchó tranquilamente a su casa.

Es que un presidente o gobernante ocupa el más alto cargo político de su país para resolver los problemas de la gente, para proteger la seguridad de los ciudadanos, para velar por sus garantías políticas y derechos humanos, no para reprimirlos, matarlos y menos ametrallándolos cuando salen a la calle a protestar pacíficamente.

Cuando comenzaron las protestas de abril del año pasado en Nicaragua y se registraron las primeras muertes causadas por la represión gubernamental, dijimos que Daniel Ortega había perdido toda autoridad política y moral para seguir gobernando; que debía renunciar inclusive sin que nadie se lo pidiera. Pero Ortega no es un demócrata, como sin ninguna clase de duda es el primer mandatario ecuatoriano.

Además, el caso del presidente Lenin Moreno es excepcional, admirable y envidiable. Cuando Moreno fue elegido presidente del Ecuador este país se estaba convirtiendo en una dictadura izquierdista, era parte del grupo de países Alba que inventaron Fidel Castro y Hugo Chávez para impulsar el llamado “socialismo del siglo XXI”.

Lenin Moreno fue el vicepresidente de Rafael Correa, quien después de ser elegido presidente de la República del Ecuador en 2006 estableció un gobierno autoritario que durante dos períodos presidenciales impulsó la llamada “revolución ciudadana”, cuyo objetivo era seguir el camino de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Lenin Moreno fue elegido Presidente en abril de 2017 para darle continuidad a la tal revolución, pero tan pronto como tomó el poder cambió el rumbo del país. Moreno desestimó el mandato revolucionario de Rafael Correa, rompió con su modelo marxista, se ubicó en una posición de centroizquierda, comenzó a reducir el gasto público, liberalizó el comercio, flexibilizó la legislación laboral, alentó el retorno de las inversiones extranjeras, sacó a Ecuador de la alianza castrochavista Alba y, sobre todo, restableció la vigencia de las libertades, garantías y derechos democráticos de los ecuatorianos. Con el gobierno de Moreno la prensa independiente ecuatoriana dejó por fin de ser perseguida.

Ha sido una dicha para el pueblo de la República del Ecuador salir de la “revolución ciudadana”, del socialismo del siglo XXI y del Alba de una manera pacífica y gradual, mediante una transición impulsada desde arriba. Sin tener que pagar la horrorosa cuota de sangre humana que está pagando el pueblo de Nicaragua.

Editorial muerte poder archivo
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