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En Letra Pequeña | La invasión colombiana

Colombia ejecuta, desde hace mucho, una invasión. No es una invasión silenciosa porque hasta acento tiene. ¿Quiubo parce? No es militar, que ya América, quiero creer no está para esas. Es cultural

Colombiana

Colombia ejecuta, desde hace mucho, una invasión. No es una invasión silenciosa porque hasta acento tiene. ¿Quiubo parce? No es militar, que ya América, quiero creer no está para esas. Es cultural, que al fin y al cabo son las invasiones más firmes y duraderas. Si no, mirémonos nosotros mismos que hablamos ¡español! a pesar que el control político y militar de España terminó hace 200 años. Al final, con solo abrir la boca somos el resumen de siglos de invasiones, militares y culturales, donde se han amalgamado culturas ibéricas, romanas, árabes, griega, africanas, y ya no digamos las indígenas que también tienen su ramaje propio.

Bolívar

Hace poco vi la serie “Bolívar, una lucha admirable”. No voy a entrar en sus valoraciones históricas o técnicas, porque soy bastante ignorante en ese campo. Solo soy un curioso atrevido que quiere comentar un hecho que le llamó la atención. Si lo que nos queda de Bolívar es esa versión de su historia, pues llegaríamos a pensar que la suya fue una lucha más de “parces” que de “panas”. Y vaya uno a saber cuán importante son los acentos o interpretaciones para construir la versión que nos queda de la historia. No son poca cosa.

Andrés Castro

A Andrés Castro, por ejemplo, lo imaginamos con esa cara, flaco y musculoso porque una escultora usó el físico de su novio boxeador para representarlo. De tal forma que si ahorita se apareciera el verdadero Andrés Castro, nosotros le diríamos que no, señor, usted no es porque no se parece en nada a la estatua que está a la entrada a San Jacinto.

Jesús caucásico

¿Por qué la imagen que tenemos de Jesús es caucásico, ojos claros, pelo largo y barbado y no como los antropólogos describen al judío promedio de esa época: moreno, bajito y cabello recortado? Porque lo que nos ha llegado son, principalmente, las versiones europeas de la historia. Y si usted se va a un culto en cualquier comunidad de Nicaragua verá como el pastor cita a Jesús: “Dejad que los niños vengan a mi” o “Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo”. Es que en nuestro chip está grabado que Jesús hablaba así, sin detenernos a pensar que esa es apenas la traducción que se hizo en su momento de las expresiones originales en arameo o hebreo.

María Magdalena

Pero bueno, podrá decir alguien, es que la lucha de Bolívar también fue colombiana. Y tendrá toda la razón. Y qué voy a saber yo cuántos colombianos anduvieron por ahí, pero lo que si estoy seguro es que don Simón Rodríguez, su mentor, no tenía el acento “cachaco” con que aparece en la serie. Está bien, dejemos la serie Bolívar y veamos otra: María Magdalena. Ahí si no me pueden alegar que los colombianos tuvieron algo que ver en esa historia. ¿Ajá?

Pablo Escobar

La guapísima antioqueña María Fernanda Yepes es María Magdalena en la serie hecha por el canal Caracol y que se trasmite en Netflix. Si ya nos parecerá sorprendente, por decir algo, que el acentito colombiano, tan cantadito y pegajoso, se oiga por Magdala, Jerusalén o Cafarnaúm, mucho más es ver a la misma Rosario Tijeras siguiendo a Cristo por esos peregrinajes de Dios. O, más extraño aun, ver que el mismo Pablo Escobar de la serie El Patrón del mal, es ¡San Pedro! Y ya uno no sabe si las puertas del cielo las abrirá San Pedro o Escobar .

Invasiones

Bromas aparte, la invasión colombiana nos llega a ritmo de vallenatos, cumbias y narconovelas, pero también no olvidemos que colombianos son Gabriel García Márquez —¿quien más que él ha influenciado la literatura este último medio siglo?—, Botero, José Eustasio Rivera o Laura Restrepo y otros muchos más. Ya hemos tenido, en la época reciente invasiones similares. La mexicana, por supuesto, la argentina, que ya casi nadie recuerda, la cubana, y la brasileña. En Managua hay todavía barrios que se llaman Tangará o El Pantanal, en honor a una famosa telenovela, o algún bar de mala muerte que se llama Xica da Silva. Ahora está Colombia disputándole el terreno a los mexicanos. Son invasiones buenas, generalmente, y ojalá algún día se hable en América de la invasión nicaragüense, y que no sea por exiliados que huyen de alguna dictadura o migrantes que van a buscar vida, sino por lo mucho que nuestra cultura también tiene que dar.

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