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¿Esta es la patria que queremos?

Este 14 de septiembre conmemoramos el 163 aniversario de la Batalla de San Jacinto, en la Guerra Nacional. Si hacemos un análisis de aquel acontecimiento histórico descubriremos que lo que ocurrió en San Jacinto fue causado por los mismos conflictos que ahora se siguen dando por las ambiciones de poder.

Cada año en la celebración de esta efeméride se escuchan los mismos discursos gastados de quienes en realidad son los causantes de tanta desgracia que asuela a Nicaragua. La Patria traicionada por el dictador de turno que ha convertido a la República en un patrimonio familiar.

¿De qué libertad se puede hablar hoy si Daniel Ortega constantemente pisotea y viola la Constitución, pasa por encima de las leyes para impedir esas mismas libertades que son derecho del pueblo? Nicaragua pareciera no tener futuro, es una nación sujetada a los caprichos de un tirano que la intimida con su Policía que, en conjunto con los paramilitares, masacra a la juventud. En las cárceles del Chipote y La Modelo de Tipitapa, hay una gran cantidad de reos políticos a los que presentan como presos comunes, para darle un tinte legal a tanta represión que ha cubierto las calles y avenidas y avenidas con la sangre inocente de tantas víctimas caídas en un trágico amanecer o al caer una noche tenebrosa.

¿Cómo se puede hablar de paz si a cada momento la Policía Orteguista, rompiendo los preceptos de la Constitución Política allana y violenta la propiedad privada, para efectuar capturas arbitrarias sin las órdenes de un juez competente, porque todo el aparato judicial está sometido al orteguismo?

¿Qué buen futuro pudiera tener Nicaragua si las estadísticas de tanta pobreza causada por el desempleo, por la crisis económica causada por la dictadura, aumentan alarmantemente y la mayor pobreza genera delincuencia y empuja a muchos jóvenes de ambos sexos a tomar caminos equivocados?

El pabellón nacional no puede mostrarse jubiloso cuando la Patria se encuentra de duelo, las madres llorando la pérdida de sus hijos. Los sonidos de las bandas de guerra con sus toques marciales no pueden encubrir la realidad que sufre este país, por mandato de una dictadura.

La Bandera Nacional azul y blanco que antaño se mostrara airosa sobre un cielo de claras esperanzas, hoy se muestra a media asta, exhibiendo en silencio el negro emblema de dolor por tanta juventud aniquilada.

Sin embargo, hay que ser optimistas y tener confianza en que en un tiempo no lejano los clarines de la victoria anunciarán la liberación que traerá consigo la democracia, la justicia, y la paz.

El autor es periodista de la ciudad de Somoto.

Opinión Crisis en Nicaragua patria archivo
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