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Mariano Fiallos Gil, el primer rector de la época de la autonomía de la Universidad Nacional de Nicaragua, en, León. LA PRENSA/Cortesía/CTB/Reproducción

Mariano Fiallos Gil, “Padre de la Autonomía Universitaria”, recordado a 55 años de su muerte

"Su obra alcanzó proyecciones continentales, fue aquí en este su amado León, ´campanario de Rubén´, donde su labor creció hasta hacerle acreedor al calificativo del más grande rector", rememora Carlos Tünnermann

Este próximo lunes 7 de octubre se cumplen 55 años de la muerte de Mariano Fiallos Gil,  reconocido en Nicaragua como el “Padre de la Autonomía Universitaria”, académico, escritor,  político, diplomático, abogado y pintor.

Al enaltecer su memoria humanística, el escritor y educador Carlos Tünnermann, comparte su discurso — no publicado, sino hasta ahora revela Tünnermann — pronunciado durante las honras fúnebres de Fiallos realizadas en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN, en León), el día 8 de octubre de 1964.

En ese entonces Tünnermann, era Secretario General del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA).


 

Aquí dejamos su texto honorífico a la memoria de Fiallos Gil:

Ante la muerte de Mariano Fiallos Gil

Jamás me ha correspondido desempeñar una misión más triste: decir el postrer adiós a mi Maestro, en nombre de las universidades hermanas de Centroamérica.

Vengo en representación de la casi tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala, de la Universidad de El Salvador, de la Universidad de Honduras, y de la joven y pujante Universidad de Costa Rica, para expresar en nombre de todas ellas y del Consejo Superior Universitario Centroamericano, el inmenso dolor que conmueve a las máximas casas de estudio del Istmo ante la muerte del más ilustre rector del Alma Mater nicaragüense.

La educación superior de Centroamérica está de duelo: ha perdido a uno de sus más preclaros dirigentes.

El Consejo Superior Universitario Centroamericano ve partir a uno de sus más distinguidos miembros. Las universidades hermanas de los otros países de Centroamérica, envían por mi medio a la Universidad Nacional de Nicaragua, ahora consternada por tan irreparable pérdida, el testimonio de sus más sentidas condolencias a la vez que hacen propio todo el dolor, toda la pena, que juntamente embarga a los universitarios nicaragüenses.

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La muerte del Rector Magnífico, Mariano Fiallos Gil, no sólo constituye una tragedia para la Universidad de Nicaragua, a la que prestó servicios que le hacen merecedor del reconocimiento nacional, sino que priva a la empresa universitaria centroamericana de uno de sus altos valores  y recios exponentes.

Retrato de Mariano Fiallos Gil, realizado por el pintor Rubén Cuadra. LA PRENSA/Cortesía/CTB
Retrato a la memoria de Mariano Fiallos Gil, realizado por el pintor Rubén Cuadra. LA PRENSA/Cortesía/CTB/Reproducción

La obra que Fiallos Gil venía realizando en Nicaragua, muchas veces luchando contra toda clase de adversidades e incomprensiones, se proyectó en el ámbito centroamericano donde fue siempre justamente apreciada y admirada.

Gozaba así nuestro ilustre rector de un sólido y bien merecido prestigio en los medios universitarios centroamericanos, donde su talento, sus reconocidas capacidades y su incomparable don de gentes, le labraron una reputación que enaltecía a la patria que ahora deplora su muerte.

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Grandes servicios prestó Fiallos Gil a la causa universitaria centroamericana. Fue aquí, en León de Nicaragua, donde el CSUCA se reestructuró en 1959 e inició, bajo su acertada presidencia, la segunda etapa de su vida, etapa que ha resultado pródiga en frutos y realizaciones.

En el quehacer universitario de esta región del mundo el nombre de Fiallos Gil estará siempre presente por sus valiosos aportes a los propósitos que persigue nuestro Consejo, por sus atinadas iniciativas y por su profunda fe en la misión que a las universidades les corresponde cumplir en el seno de la sociedad contemporánea.

Su probado espíritu centroamericano le llevó a concebir el futuro de la Universidad de Nicaragua como parte del destino común de la cultura superior del Istmo. Bajo su rectorado, la Universidad ingresó de lleno a los programas que procuran la integración regional de la enseñanza universitaria.

Escritor notable, hombre abierto a todas las corrientes del pensamiento, devoto sincero de la libertad, las universidades centroamericanas en más de una ocasión le designaron como su delegado ante congresos internacionales donde supo poner en alto el nombre de Centroamérica.

Pero si bien su obra alcanzó proyecciones continentales, fue aquí en este su amado León, “campanario de Rubén”, donde su labor creció hasta hacerle acreedor al calificativo del más grande Rector que ha dirigido los destinos de nuestra Alma Mater.

Los que tuvimos el privilegio de acompañarle desde los primeros días de su rectorado y que ahora, al despedirle, podemos apreciar la trascendencia de sus realizaciones, estamos plenamente convencidos de que la historia de nuestra Universidad reservará para Fiallos Gil su capítulo más sobresaliente y fecundo.

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Estuvimos con él en la lucha que emprendió para obtener la autonomía universitaria y podemos dar fe de que si a alguien debe atribuirse el mérito de haberla conquistado es al rector Fiallos Gil.

Por eso en la cronología universitaria, Fiallos Gil será recordado, como en justicia corresponde, como el padre de la autonomía, apreciado galardón que significó el advenimiento de una nueva vida universitaria en Nicaragua.

Y no sólo la logró, sino que supo además mantenerla, defenderla y acrecentarla. El nuevo espíritu que la autonomía trajo a los viejos claustros universitarios, encarnado en el hermoso lema que le era tan caro: “A la libertad por la Universidad” hizo posible un desarrollo académico, institucional y aun material, que sorprende no sólo por la rapidez con que se produjo sino también por haberse alcanzado en circunstancias que no siempre fueron favorables para nuestra sesquicentenaria Alma Mater.

La autonomía, al transformar la Universidad en institución libre, le hizo adquirir plena conciencia de su misión. La savia revitalización que trajo consigo hizo a la universidad asumir su alto cometido como rectora de la cultura nacional. Los empeños de Fiallos Gil hicieron posible el inicio de tan formidable tarea.

Ahora que la muerte nos arrebata al Maestro incomparable, al forjador de la nueva Universidad, recordemos sus palabras: “debemos estimar en su verdadero valor nuestra nueva situación y demostrar que sabemos manejarnos”.

Aquí ante sus despojos mortales, los universitarios de Nicaragua debemos jurar que no permitiremos que lo él legó por tan tesonero esfuerzo se disminuya, se corrompa o se pierda.

Mas bien, su ejemplo debe servir de inspiración para llegar a la meta que él se había propuesto y que solo la muerte impidió alcanzar: la constitucionalización de la Autonomía Universitaria y la garantía de la supervivencia económica de la Universidad. Él nos señaló el camino. Jamás permitamos que se retroceda en esa vía.

También fue Fiallos Gil quien adelantó los primeros pasos de la reforma universitaria. La muerte le sorprende consagrado a realizar la transformación académica, obra de singular importancia por cuanto constituye el complemento de la autonomía conquistada.

A principios de este año, se inició la reforma con el establecimiento de los Estudios Generales, respondiendo así la Universidad de Nicaragua a las inquietudes que hoy día prevalecen en las universidades del istmo por dar a la juventud estudiosa una enseñanza superior más moderna y eficaz.

He aquí otro logro que no debemos desestimar. Es necesario, ahora más que nunca, aunar nuestros esfuerzos para  que esta nueva orientación académica continúe hacia la consecución de los objetivos que se había propuesto nuestro ilustre Maestro, ya que ella constituye la semilla de una obra universitaria seria, de incalculables beneficios para la nación.

Ante los restos mortales de quien fue un gran luchador aprestándonos para seguir luchando. Ante su féretro prometámonos poner todo nuestro empeño porque los altos ideales que él abrigaba sean un día realidad. Que jamás vuelvan a entronizarse en esta augusta Casa, las ambiciones que él con tanto denuedo combatió. Seamos dignos de llamarnos sus discípulos y de recoger sus armas.

Todos cuantos han luchado por una universidad libre, digna y grande son conjurados en este supremo momento a decir ante los restos del gran conductor desaparecido: “presentes Maestro, presentes para lo que tú hiciste con amor otros no lo destruyan por ambición”.

Pongamos pues este firme propósito sobre su tumba. La muerte no destruirá su noble empresa, porque “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron”.

Jamás me fue concedida una misión más triste. Decir el postrer adiós a mi querido y admirado Maestro. Déjame, Maestro, decir con tu voz: “Sobre tu nombre resbalará el tiempo sin herir”.

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