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El Muro de Berlín y Nicaragua

Hoy hace treinta años, los ciudadanos de Alemania Oriental hartos de la opresión comunista y ansiosos de libertad y democracia, derribaron el Muro de Berlín.

Aquella infame muralla fue erigida por las autoridades comunistas alemanas y soviéticas, en agosto de 1961, para impedir que la gente de Alemania Oriental que estaba sometida a una feroz dictadura y hundida en la miseria por el desastroso sistema económico comunista, siguiera huyendo hacia el Occidente en busca de libertad y prosperidad. Es que desde 1949, cuando se fundó el

Estado comunista alemán, hasta 1961, cuando construyeron el Muro, se fugaron a Occidente casi tres millones de personas, muchísimas de ellas profesionales calificados de alto nivel.
El Muro de Berlín se convirtió en el símbolo de una ciudad y un país divididos por la fuerza de un poder totalitario, pero también de la gran lucha universal entre el Occidente democrático y el Este comunista, el trasfondo de la Guerra Fría que duró desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta precisamente la caída del Muro de Berlín en 1989, que trajo consigo el derrumbe de todo el sistema comunista de la Unión Soviética y Europa Oriental.

Cuando cayó el Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, en Nicaragua ya estaba en marcha la campaña política para las cruciales elecciones del 25 de febrero de 1990, que también fueron una expresión de la lucha global entre el comunismo y la democracia.

Por la presión internacional, en particular de los presidentes centroamericanos, y un acuerdo del gobierno sandinista con la oposición en agosto de 1989, las elecciones que según la Constitución debían realizarse en noviembre de 1990, fueron adelantadas a febrero del mismo año para sacar al país lo más pronto que fuera posible de la terrible crisis causada por la revolución sandinista y la guerra civil.

Doña Violeta Barrios de Chamorro era la candidata presidencial de la Unión Nacional Opositora (UNO), integrada por 14 partidos de todos los colores políticos e ideologías, desde la derecha liberal y conservadora hasta los socialistas y comunistas. El 9 de noviembre, cuando cayó el Muro de Berlín, doña Violeta se encontraba en Washington donde se reunió el día anterior con el presidente George H.W. Bush, quien le aseguró su respaldo en la campaña electoral para derrotar a la dictadura sandinista, y después, si lograba ganar las elecciones e instaurar la democracia.

Doña Violeta vio en el televisor de su cuarto de hotel cómo los ciudadanos derrumbaban el emblemático Muro de Berlín. Antonio Lacayo, su jefe de campaña y acompañante en la visita a los EE.UU., escribió después en su libro La difícil transición nicaragüense, que esa noche “supimos de inmediato que ese hecho histórico tendría repercusiones muy favorables para nosotros en la campaña contra los sandinistas… Si los alemanes eran capaces de quitarse de encima una dictadura de más de cuarenta años, nosotros podíamos quitarnos la nuestra de diez”, escribió Lacayo.

Así fue. Pero desafortunadamente 30 años después Nicaragua está otra vez sometida a la dictadura, y al mismo dictador que ahora es más duro y despiadado que en los años ochenta.

Editorial Alemania Oriental Muro de Berlín archivo
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