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Efervescencia política mundial

Pareciera que el mundo entero está ardiendo. Desde Hong Kong con masivas protestas callejeras hasta Francia con los chalecos amarillos, Gran Bretaña paralizada por el Brexit y España con cuatro elecciones en cuatro años, la turbulencia política está al orden del día. Lo mismo se ve en Israel, donde hay una posibilidad de una tercera elección en menos de un año.

En las Américas las cosas no están más quietas. Estados Unidos atraviesa un período de polarización política no visto desde la Gran Depresión del siglo pasado. Esta podría desembocar en el “impeachment” de su presidente en cuestión de meses.

En cuanto a Latinoamérica, en México ha quedado descubierta la fragilidad de su gobernabilidad con los más de 30,000 asesinatos anuales atribuibles a carteles que escapan el control del gobierno federal en sus feudos. Centroamérica tiene el problema de los países del Triángulo del Norte y la cruenta crisis política que estalló en abril del 2018 en Nicaragua. Esta última ha sido un tiro en la rodilla para nuestra economía y sigue profundizándose al no dar señas de resolverse.

En América del Sur, Chile nos sorprendió con su estallido de protestas y el saldo de muertos, heridos y destrucción que han arrojado. Por otro lado, Argentina está de nuevo montada en una montaña rusa económica y ya instaló el corralito bancario. Esto no sorprendió a nadie, ya que ocurre cíclicamente.

Venezuela es quizás el caso más trágico del subcontinente. A pesar de estar nadando en las reservas más grandes de petróleo del planeta, su mala administración, corrupción y dictadura han destruido a la economía y tejido social. Las cifras son escalofriantes. Inflación de un millón por ciento, el colapso de su producción del petróleo a 15 por ciento de lo que fue antes de Hugo Chávez, y delincuencia por doquier. Lo único que exporta Venezuela es su gente. Más de nueve millones de venezolanos se han refugiado, principalmente en países vecinos.

Si hay alguna buena noticia en este tétrico cuadro es Bolivia. Allí, después de que Evo Morales hizo un intento torpe de robarse las recientes elecciones, el pueblo se levantó pidiendo democracia.

A sugerencia de la OEA, la Unión Europea y Washington, Morales ofreció nuevas elecciones. Pero el pueblo boliviano olfateó que esto era solo una maniobra para ganar tiempo. Y presionado por la policía y el ejército, Morales se vio obligado a renunciar después de 13 años en el poder. Ahora Bolivia enfrenta un nuevo desafío: efectuar una transición política democráticamente. ¡Le deseo sabiduría, y buena suerte!

El autor fue canciller de Nicaragua y diputado en la Asamblea Nacional de Nicaragua.

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