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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

¿Teme Ortega el juicio de Dios?

Un gobernante creyente debería tener mucho mayor temor al juicio de Dios que a perder el poder. Pues ¿de qué le sirve conservarlo largo rato, si puede costarle una eternidad en el infierno?

Ortega tiene muchos temores o terrores. Resumiendo lo escrito el lunes pasado: a perder el poder, al odio del pueblo, a las conferencias de prensa, a los debates, y a las elecciones libres. Por eso se atrinchera en El Carmen, bloqueando multitud de calles, y no permite ninguna de las tres últimas. Pero hay un terror que, desgraciadamente, parece no tener: el del juicio de Dios.

• El miércoles pasado, precisamente, la primera lectura de la misa traía un pasaje tremendo, del libro de la Sabiduría, en el que Dios advierte a los poderosos sobre el rigor con que serán juzgados. Veámoslo:

• Escuchad, reyes, y entended, gobernantes del orbe prestad atención, los que domináis los pueblos: el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo. Él indagará vuestras obras y explorará vuestras intenciones. Siendo ministros de su reino, no gobernasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni procedisteis según la voluntad de Dios. Repentino y estremecedor vendrá Él sobre vosotros, porque a los encumbrados se les juzga implacablemente. A los más humildes se les compadece y perdona, pero los fuertes sufrirán una fuerte pena; …a los poderosos les aguarda un control riguroso.

Son palabras capaces de producir un gran estremecimiento en cualquier poderoso; advertencias que deberían llevarlo a preguntarse si, en realidad, está velando por la vida, derechos y bienestar de su pueblo, o si los está sacrificando por sus propias ambiciones. Un gobernante creyente debería tener mucho mayor temor al juicio de Dios que a perder el poder. Pues ¿de qué le sirve conservarlo largo rato, si puede costarle una eternidad en el infierno?

Claro está que para una persona sin fe este exhorto bíblico no tiene ninguna relevancia. Quizás sea ese el caso de la pareja gobernante que, aunque menciona a Dios continuamente, puede que solo lo haga por demagogia. Pero aún para los ateos, la mera experiencia es una campanada de alerta sobre los altos riesgos que corren los dictadores y más aún, para aquellos que intentan serlo de por vida. Cuatro han sido los de nuestra historia nacional: Zelaya (1893-1909), Somoza García (1936-1956), Somoza Debayle (1967-1979) y Ortega (1979-1990), (2007-¿?). El primero terminó provocando una guerra civil y huyendo al exilio. El segundo terminó asesinado. El tercero provocando otra guerra y asesinado. ¿Cómo terminará el cuarto?

Nadie, excepto Dios, sabe lo que le deparará el futuro, tanto en el plano de la vida terrena como en el del más allá. De lo que debería estar cierto es que corre el gran riesgo de acabar mal en ambos, pero con una calificación o distinción muy importante: que el riesgo en el segundo es mucho, mucho mayor.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

Columna del día Daniel Ortega juicio de Dios archivo

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