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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

La elusiva Tierra Prometida

Los políticos invariablemente la prometen; los ciudadanos consciente o inconscientemente la buscan. Cuando se tarda mucho en llegar hay que preguntarse por qué.

El término de Tierra Prometida nos viene del relato bíblico: tras liberarse del yugo del faraón, los israelitas salieron en busca de la tierra que Dios les había prometido, una en que manarían ríos de leche y miel. Pero por cuarenta años tuvieron que errar antes por el desierto pasando mil penalidades. ¿Qué causó tal retraso? Conforme el libro del éxodo un factor fundamental fue el pecado; la infidelidad a los mandatos de Dios.

La historia de todos los pueblos es, en cierto sentido, un peregrinaje en busca de una existencia mejor. Los políticos invariablemente la prometen; los ciudadanos consciente o inconscientemente la buscan. Cuando se tarda mucho en llegar hay que preguntarse por qué.

La pregunta es muy relevante para los nicaragüenses. En casi doscientos años de historia no hemos podido consolidar una democracia estable y duradera. Por un tiempo pareció que sí. De 1858 a 1893, en el período conocido como de los “treinta años” (en realidad 35), seis presidentes se sucedieron unos tras otros al expirar sus períodos.

Fue entonces que se llamó al país “la Suiza Centroamericana”. El otro período fue el de la transición democrática, 1990-2007, en que tres presidentes hicieron lo mismo y tuvimos cuatro elecciones libres. Pero hasta allí.

El resto de nuestra historia es una de dictaduras —con breves intervalos de presidencias relativamente democráticas— guerras civiles e intervención foránea. Esta última trató de estabilizar el país dotándolo de un sistema electoral moderno y un ejército apolítico, pero no funcionó. Somoza García (1936) lo sometió al servicio de su familia e instauró una dinastía que duraría hasta 1979; 42 años de relativa paz autocrática en la que hubo progreso material pero no alternabilidad democrática y que terminaron en sangre.

La revolución sandinista tampoco llevó a la tierra prometida que anunciaba su credo socialista. En su lugar hubo dictadura de partido, guerra y ruina económica. Fue con las elecciones de 1990 que surgió de nuevo la esperanza de entrar a la república anhelada. Tres presidentes se sucedieron tras elecciones libres, mas Ortega, desde 2007, volvió de nuevo al continuismo y el despotismo… con intenciones dinásticas.

Indudablemente más temprano que tarde nos libraremos del faraón, pero entonces habrá que enfrentar el reto de no volver al desierto sino de entrar, para quedarnos, en la república prometida. Para esto habrá que aprender de nuestra historia, porqué todavía no lo logramos y, en consecuencia, qué debemos hacer. Necesitaremos, seguramente, una nueva ingeniería política, pero también la necesaria conversión hacia el bien del corazón y la mente. No se entra a la tierra prometida sin merecerlo.

El autor acaba de publicar su libro “Buscando la Tierra Prometida”, historia de Nicaragua 1492-2019.

Columna del día Tierra prometida archivo

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