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Fuerza de cara en el Alba 

Daniel Ortega viajó el fin de semana pasado a Cuba para participar en la XVII Cumbre de la alianza de gobiernos izquierdistas llamada Alba. La reunión fue a puertas cerradas y solo se conocieron declaraciones del dictador de Venezuela, Nicolás Maduro y del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, así como la Declaración oficial de la Cumbre.

Maduro proclamó el relanzamiento de la alianza Alba para el año 2020 y sin dar detalles ofreció a los gobiernos aliados un grandioso programa de apoyo petrolero y de proyectos sociales que supuestamente beneficiarán a decenas de millones de personas.

Pero es fuerza de cara. La verdad es que el Alba pasa actualmente por su peor momento desde su fundación, hace 15 años, por Fidel Castro y Hugo Chávez. El Alba fue creada en el año 2004 por los extintos dictadores de Cuba y Venezuela, como una alternativa al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que propuso sin éxito el gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.). Al comienzo varios países se sumaron a la alianza castrochavista, incluyendo a Nicaragua en 2007 cuando cayó en manos del dictador Ortega, pero en los últimos años ha perdido a varias de sus principales piezas constitutivas (Honduras, Ecuador, El Salvador y Bolivia), además de aliados como Paraguay y Uruguay.

La alianza de regímenes izquierdistas tampoco ha podido derrocar a ninguno de los gobiernos latinoamericanos que han sufrido graves convulsiones sociales, manipuladas por extremistas locales y agentes externos. Y aunque en México y Argentina partidos de izquierda tomaron el poder mediante elecciones, el grupo de gobiernos del “socialismo del siglo XXI” se sigue debilitando.

Es que la base de los proyectos del Alba ha sido el petróleo de Venezuela, que le permitió financiar importantes proyectos económicos y sociales, enriquecer a dictadores corruptos y tomar el poder en algunos países usando el mecanismo electoral de la democracia.

Sin embargo, la producción petrolera venezolana que hace diez años era de 3.5 millones de barriles diarios, ahora apenas llega a los 800 mil barriles. Inclusive, desde hace por lo menos cinco años Venezuela sufre internamente una aguda escasez de combustibles y energía, en parte por la ineptitud administrativa y la corrupción gubernamental pero sobre todo por las drásticas sanciones que el gobierno de EE.UU. ha impuesto a la dictadura venezolana.

De manera que la fantasiosa propuesta de Nicolás Maduro en La Habana, de relanzar la alianza Alba el próximo año con grandes proyectos de financiamiento petrolero y programas sociales para multitudes, no ha sido más que un inútil esfuerzo para no reconocer las derrotas y el retroceso

De Daniel Ortega no se pudo saber qué dijo ni qué le dijeron en La Habana, pero regresó con una retórica dictatorial más virulenta e intimidatoria. Al parecer el dictador nicaragüense fue a Cuba comunista, como se dice popularmente “a cargar las baterías”, pero no de recursos económicos sino de amenazas.

Editorial Alba Daniel Ortega fuerza de cara archivo
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