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A los 45 años de la toma de la casa de Chema Castillo, el comandante guerrillero Hugo Torres Jiménez aseguró en 2019 que “estamos luchando con otra dictadura, diría corregida y aumentada a la dictadura de los Somoza, por parte de Daniel Ortega”.

Hugo Torres Jiménez: “Esta dictadura es más feroz, más totalitaria que la de los Somoza”

A los 45 años de la toma de la casa de Chema Castillo, el comandante guerrillero Hugo Torres Jiménez dice que “estamos luchando con otra dictadura, diría corregida y aumentada  a la dictadura de los Somoza, por parte de Daniel Ortega”

Un viernes 27 de diciembre de 1974, hace 45 años, durante una fiesta navideña en la casa de Chema Castillo a la que asistieron altos funcionarios del gobierno de Somoza y diplomáticos, sorpresivamente el comando guerrillero bautizado como “Juan José Quezada” se toma la residencia y los retiene como rehenes de sus demandas. La noticia corrió como reguero de pólvora en el país y  resonó como una “mega explosión noticiosa” en los medios internacionales.

El mito que mantenía la dinastía de los Somoza que eran “invencibles” se tambaleó  y comenzó a desmoronarse ante las demandas de los guerrilleros: libertad de presos políticos, cinco millones de dólares y la divulgación de un comunicado donde denunciaban los atroces crímenes de la dinastía somocista.

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Este grupo de subversivos fue comandado por Eduardo Contreras (“Cero”, bautizado así por los rehenes),  y los jefes de escuadras Hugo Torres Jiménez (Uno), Joaquín Cuadra y German Pomares; Leticia Herrera, Olga López Avilés, Félix Pedro Picado, Omar Halleslevens, Róger Deshón Argüello, Eleonora Rocha, Mario Sánchez y José Antonio Ríos.

Casi dos décadas de silencio de la existencia de los guerrilleros que luchaban en las montañas del norte se había roto, cuatro años después vino el segundo asalto con repercusión internacional, el del Palacio Nacional en 1978; y finalmente la insurrección nacional que puso fin a los 45 años de la dinastía familiar de los somoza.

El comando guerrillero” bautizado como “Juan José Quezada”, se tomaron la casa de Chema Castillo hace 45 años. El mito que la dictadura somocista era “invencible” se resquebrajó. LA PRENSA/Cortesía

El ahora, General de Brigada en retiro Hugo Torres Jiménez, autor del libro “Rumbo norte. Historia de un sobreviviente”, en esta entrevista repasa estos violentos años y dice que la única vía para derrocar al tirano de Anastasio Somoza Debayle era la armada, al contrario de ahora que es la cívica azul y blanco para ponerle fin a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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Asimismo reflexiona que: “45 años después estamos luchando  con otra dictadura, diría corregida y aumentada a la dictadura de los Somoza, por parte de Daniel Ortega”. Superada en creces al llegar a niveles de salvajismo, con más presos políticos, muertos (a partir de abril del 2018) y agresiones a sacerdotes, feligreses y templos.

En ese entonces en las prisiones somocistas habían 16 presos políticos, ahora hay más de 170, a pesar que la lucha no es armada Ortega sigue apostando a una guerra civil para mantenerse en el poder y heredarlo a su mujer e hijos, refiere el veterano guerrillero.

A pesar de este oscuro y violento escenario, Torres apuesta que la resistencia de los nicaragüenses, más temprano que tarde también pondrá fin al nuevo mito que la dictadura orteguista es “invencible”.

— ¿Que cosas aún se desconocen de este asalto?

— Creo que todo se ha contado, pero no se sabe con exactitud quienes fueron los miembros de la Dirección Nacional del FSLN, de ese entonces que tomaron la decisión de realizar la acción; supongo que eran los que estaban adentro, Henry Ruiz, José Benito Escobar, que estaba en la cárcel, Daniel Ortega.

— ¿También se habla de Tomás Borge?

— Si, y de Pedro Arauz. No estoy seguro si Carlos Fonseca, que estaba en Cuba, estuviera enterado de la acción. Acordáte que hace 45 años no existía la comunicación que tenemos ahora que podemos hablar por WhatsApp de continente a continente.

— ¿Hay algún documento inédito que registre este acontecimiento o un nuevo libro?

— En mi libro “Rumbo norte. Historia de un sobreviviente”  narro todo lo de Chema Castillo. Cómo se organizó el comando, cómo se realizó, todo lo demás,  y antes, en la década de los ochenta se sacó un libro que se llamó “Y se rompió el silencio”, que publicó la Editorial Nueva Nicaragua, en base a entrevistas que nos hicieron a los miembros del comando que sobrevivimos, y presos políticos liberados.

— ¿También se habla de su periodo de acumulación de fuerza en el silencio?

— Si el frente en su existencia  tenía un poquito más de 20 años de existencia, venía sufriendo golpe tras golpe, era una organización con pocos miembros y después del golpe de Pancasán en los sesenta y después del golpe de Zinica (Matagalpa) en los setenta, se dio la orientación de organizar el trabajo clandestino en las ciudades como apoyo al núcleo guerrillero y realizar acciones políticas en las ciudades. Y acompañamos a los sindicatos de la construcción y hospitalarios en sus huelgas y hubo una gran agitación estudiantil.

— ¿La acción de la Casa de Chema Castillo marcó un inicio de guerra insurreccional, porque después siguió el asalto al Palacio Nacional, y las insurrecciones en los barrios?

— Cuando se da el asalto la Casa de Chema Castillo el frente no se ha dividido en tres organizaciones distintas que después se terminaron juntando semanas antes del triunfo de la revolución. La GPP, era una concepción de lucha guerrillera y tenía la tesis que el foco guerrillero era la montaña y de ahí bajaría a los centros urbanos, tesis de la revolución cubana y del che Guevara. Y la tendencia insurreccional hace su aparición en octubre de 1977 con los ataques a Masaya, San Carlos, Rivas, Nueva Segovia, San Fabián (donde participó Ortega), Lisupo.

— El gran mito era que la dictadura de Somoza era “invencible”, el operativo a la Casa de Chema Castillo demostró lo contrario. La pregunta ahora es: ¿la dictadura orteguista es invencible?

— La acción a la Casa de Chema Castillo, efectivamente fue la culminación de lo que se había llamado la “acumulación de fuerza en silencio” y se trataba de darle un golpe contundente a la dictadura en el centro urbano, en la capital que tuviera amplia repercusión nacional e internacional; además  exigiríamos la libertad de presos políticos, la difusión de un comunicado que denunciábamos los crímenes de la dictadura en los tres diarios del país, en ese entonces, LA PRENSA, Novedades y El Centroamericano, y en cadena nacional de radio y televisión por dos días seguidos.  La población se dio cuenta de todos los crímenes que venía cometiendo la dictadura. Además de la exigencia de dinero para continuar la lucha.

— ¿Ustedes demandaron cinco millones, pero solo le dieron un millón?

— Si. Terminaron dando un millón de dólares. Y cuando contaron los presos, y contaron la plata faltaba un fajo de cinco mil dólares, algún guardia metió la mano y se llevó el fajo, no por eso íbamos a ponernos a regatear, la acción había sido un éxito.

— ¿Cuántos presos lograron liberar?

Creo que fueron 13 o 17, vamos a ver: José Benito Escobar, Daniel Ortega, Lenin Cerna, Jacinto Suárez, Manuel Rivas Vallecillo, Julián Roque, Óscar Benavides, estos eran los viejos del frente, solo faltó Leopoldo Rivas.

Daniel Núñez, sus dos hermanos, Alfonso y Alberto;  los hermanos Ricardo y Carlos Arguello Pravia, Adrián Molina, de Jinotega, ganadero, y don Jaime Cuadra Somarriba. Todos estos últimos tenían pocos días de haber caído presos.

— ¿Y René Núñez?

—No lo metimos en la lista porque no sabíamos que estaba preso, el obispo Obando y Bravo nos hizo llegar la información que le había transmitido la familia de René Núñez.

— ¿Pero ahora el régimen de Ortega tiene en las cárceles más de 170 presos, inclusive muchos de ellos están pasado una segunda Navidad negra?

— Bueno, es una pequeña muestra como la dictadura de Ortega y Murillo, han superado con creces a la dictadura de los Somoza, porque en Asalto a la casa de Chema Castillo no llegaron ni a 20 los presos políticos, y cuando al asalto al Palacio Nacional, cuatro años después fueron sesenta los presos políticos que sacamos de la cárcel, entre ellos Tomás Borge, la Doris Tijerino.

Eso te da la dimensión de la represión más brutal por parte del régimen orteguista, pero eso apenas es un detalle, la cantidad de asesinados  en un lapso de dos años, a partir de abril del 2018 para acá es un salto terrible, que ni en la peor época de la dictadura, a no ser el de la “operación limpieza” después de la insurrección de septiembre de 1978, pero en el marco de una lucha armada que habíamos tenido; o sea, la dinastía de los Somoza mataron un poco de gente a los largo de 45 años.

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Pero Ortega en el lapso de los años que tiene que volvió al poder ha asesinado a cientos de ciudadanos, sobre todo de abril del año pasado para acá, indefensos. Además, ciudadanos que lo único que hacían era protestar en las calles reclamando la salida de la dictadura y el respeto a los derechos humanos.

Entonces,  realmente 45 años después, si hay una reflexión que hacer fuerte es que esta dictadura es más feroz, más totalitaria que la de los Somoza, porque la de los Somoza nunca tuvieron el control del poder judicial, algunos jueces, magistrados, pero el control nunca lo tuvieron.

Había un sindicalismo libre, hoy no lo hay.  Todo está subordinado a la dictadura, la pareja de dictadores.  Cuando los somoza había autonomía universitaria, hoy está confiscada por el régimen, y así podríamos seguir enumerando hechos que nos llevan a la conclusión de que esta es una dictadura mucho mas, además de violenta, mucho más totalitaria.

Entonces 45 años después estamos luchando  con otra dictadura, diría corregida y aumentada  a la dictadura de los Somoza, por parte de Daniel Ortega.

— La historia vuelve a repetirse, en tiempos de Somoza el pueblo demandaba paz, justicia y libertad. ¿Estamos repitiendo, como lo ve?.

— Lo estamos repitiendo. La agresión a la agresión a la iglesia católica por ejemplo, que tiene este régimen de Ortega-Murillo,  nunca lo tuvo el régimen de los Somoza. Llega a niveles de salvajismo, de agredir dentro de la catedral, de agredir dentro de las iglesias, de rociar ácido sobre sacerdotes, de encerrar a sacerdotes en la iglesia que estaban acompañando en huelga de hambre a las madres de los presos, cortándoles el agua y la luz.  Ese tipo de agresión no la recuerdo en la época de los Somoza, por supuesto que había algunas contradicciones con algunos sacerdotes y obispos.

— Rosario Murillo con el grupo artístico Gradas realizaban sus protestas contra Somoza en los atrios de las iglesias.

— Así es, efectivamente protestaban amparados en el manto de prestigio, de solidaridad de la iglesia católica, y hoy son sus principales agresores. Hoy hablan de matar obispos a través de sus sicarios o paramilitares, o amenazan que las balas atraviesan las sotanas., y lanzan montañas de odio contra la jerarquía y sacerdotes como nunca antes se ha había vivido en la historia de Nicaragua.

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Hay un discurso cínico de reivindicación religiosa, de la figura de Dios, de la Virgen. Realizan altares pero en la práctica atacan a la iglesia de manera furibunda.  Es la historia en blanco y negro, son las caras de la misma moneda: en al pasado luchaban a la par de los sacerdotes y hacían protestas y hoy son sus agresores.

— ¿Y qué de la memoria de los héroes, como  Eduardo Contreras, German Pomares, José Benito Escobar, Oscar Benavides, cree que su lucha fue en vano?.

— Del comando quedaron vivas las mujeres, Leticia Herrera, Olga Avilés y  Eleonora Rocha; y quedamos vivos, Joaquín Cuadra; Luis Carrión y Omar Hallesleven, los otros murieron en enfrentamientos contra la Guardia Nacional (GN), tres meses antes del triunfo Roger Deshón, uno mártires de Veracruz, en León, y  otros después del triunfo.  Así los liberados que cayeron José Benito Escobar, Julián Roque, Oscar Benavides, y otros.

— ¿Y quiénes están con el régimen ahora?

— Omar Hallesleven, de los hombres, de las mujeres no sé, porque no hablan, no dan declaraciones.

— ¿Fue en vano toda esa lucha y derramamiento de sangre, a 45 años después?

— Derrocar una dictadura  es necesario, porque las dictaduras niegan los derechos humanos, violentan los derechos humanos, niegan la posibilidad de reconstrucción de un país en democracia y paz.  Había que luchar contra la dictadura de Somoza por la vía armada, porque se había demostrado que por la vía pacífica no se había logrado mucho, pero además de eso, para esta época la vía armada era la vía para dirimir las contradicciones de los nicaragüenses desde la Independencia de 1821, incluyendo la guerra de los ochenta.

El guerrillero Hilario Sánchez (13), descendiendo del avión de Lanica, en La Habana, Cuba. LA PRENSA/Cortesía

Hoy precisamente estamos queriendo sentar las bases de una cultura política distinta, que niega la posibilidad de una nueva guerra, que niega la posibilidad de dirimir esas contradicciones que se van a seguir dando en la sociedad nicaragüense. Ortega está apostando de nuevo a la violencia y ha querido empujar a la población hacia la violencia, Ortega desea que la población le conteste para justificar su violencia original, para justificar su permanencia en el poder, para poder decirle a la comunidad internacional: Se fijan hay violencia del otro lado, yo tengo que enfrentarla con la policía, el ejército y con la Constitución, las fuerzas violentas que quiere derrocan el régimen legalmente constituido. Y no ha podido porque la población comprendió que es por la vía cívica que se tiene que resolver esta situación.

Eso no significa que no se tiene que pagar altísimos costos como se ha venido pagando, pero una guerra triplicaría esos costos, y al final de cuentas, después de un conflicto violento, de una guerra civil no se sabe que pasaría, porque hay una especie de ADN, en  genética política y sicológica de los nicaragüenses de  que cuando se asume el poder por la vía armada, quienes lo logran hacer se quieren quedar y quieren imponerle a la sociedad el modelo político que justificó esa causa.

— Tomás Borge hablaba que el FSLN era “eterno”, los fanáticos de Ortega ven esta dictadura de “invencible”. ¿Realmente es invencible?

— No… hombre. Eso es absurdo.

— En los años noventa  fue derrotado en las elecciones.

— Mirá, el proyecto estratégico de Daniel Ortega de quedarse hasta el fin de sus días y después heredarlo a su mujer y sus hijos una nueva dinastía creyendo que lo iba lograr con la alianza de un sector del gran capital, en lo que se conoció como una “política de diálogo y consenso” se quebró en abril del año pasado, se hizo añicos, se hizo mil pedazos. Ya nada puede ser igual a lo que había antes de abril del 2018.

La dictadura de Ortega está aislada nacional e internacionalmente como nunca antes, porque al apostar a la vía armada para resolver la situación el cual ya no va a poder salir incólume, limpio, porque sigue apostando a la represión y se sigue hundiendo más. Pero por otro lado sigue la resistencia firme de la población, el aislamiento de Ortega se hace más serio.

Estamos terminando el año con un Ortega muy desgastado; incluso en la fila de su propia organización, ellos le llaman partido, están erosionada. Así de mayor cuestionamiento a nivel internacional y lo vemos a través de las sanciones, de las que ya se dieron, y las que se seguirán dando.

— ¿Cómo ve el futuro de Nicaragua?. Realmente la resistencia cívica podría derrotar a Ortega en los próximos años?

— No me cabe duda. Por supuesto, claro que si. Precisamente porque el pueblo ha demostrado un nivel de firmeza y de resistencia, inimaginable y en condiciones de lucha pacífica. Es una novedad en nuestro país. Entonces veo que el proyecto político de corte mafioso y criminal  de Ortega y Murillo, de trasladarles el poder a su mujer e hijos, en una revisión de la dinastía de Somoza, se acabó.

Creo que más temprano que tarde se va a salir de esta dictadura y se va a entrar en un camino de reconstrucción del país, porque el daño que le ha hecho esta familia en el poder es enorme, es incalculable, no solamente en términos económicos, sino sociales, sicológicos. Es terrible el daño que le ha hecho a la juventud, a los niños. Habrá que crear una nueva policía, salvando a los que estén menos comprometidos. El régimen de Ortega no tiene futuro, su modelo de “dialogo y consenso”, se acabó.

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