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Zona de Strikes: Kobe Bryant, una leyenda sin final

Kobe Bryant construyó un legado como jugador de baloncesto que traspasa la frontera del deporte y hoy el mundo lo llora como un héroe de nuestro tiempo

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Aunque la perfección no existe, Kobe Bryant hizo de su búsqueda una aventura fascinante. Desplegó su talento extraordinario, su habilidad refinada y su gracia sorprendente durante veinte años, hasta construir un admirable legado que no podrá ser devorado por el tiempo.

La dinámica de su juego, la versatilidad de sus herramientas y la elegancia de sus presentaciones, hicieron de Bryant un jugador especial que alumbró la NBA al mezclar la exquisitez con la eficacia, mientras le daba vida a los Lakers de Los Ángeles y al baloncesto mundial que ahora lo llora.

Todos nos vamos a morir. Unos cuando sea tiempo y otros cuando no, como Kobe, con solo 41 años de edad, justo cuando se aprestaba a contemplar y disfrutar lo que había construido gracias a una entrega espartana y a un compromiso con la excelencia que jamás tuvo pausa.

Quizá por ello su pérdida provoca un mayor estremecimiento, porque su impacto fue más allá de la cancha y aún desde las gradas era capaz de inspirar a que cada quien ofreciera la mejor versión de sí mismo en una batalla sin tregua contra la mediocridad y la duda.

Bryant fue más que un escolta con las condiciones para jugar como base o como alero. Más que la figura que transformó a los Lakers y recuperó para ellos su viejo esplendor. Fue una estrella de estos tiempos, en la duela y en el mercado, pero sin perder contacto con el piso.

Eso sí, no fue Michael Jordan, pero tampoco lo pretendía. No lo necesitó. Fue Kobe Bryant y a eso le puso todo el empeño posible, hasta introducirse entre las leyendas, cuyos defectos quedan olvidados por la memoria colectiva y tampoco se equivocan ni cuando se equivocan.

Durante sus dos décadas en la NBA, Kobe ganó atrapó cinco títulos con los Lakers, un premio de Jugador Más Valioso, fue a 18 Juegos de Estrellas, apareció 11 veces en el quinteto Todos Estrellas y es el cuarto máximo anotador de la historia con 33,643 puntos.

Cuando lideró la NBA en anotaciones en la campaña 2006-07, tuvo un partido de 81 puntos contra los Raptors de Toronto y cuando se retiró en 2016, acumuló 60 tantos, que persisten como récord para un jugador en su partido de despedida, algo que olvidó hacer de su vida.

La cadena ESPN lo ha colocado como el décimo tercer mejor jugador de la historia y por más de una década fue el nombre pronunciado por los entrenadores ante la pregunta sobre quién deseaban que hiciera el último tiro de un partido ubicado en su último instante.

También forjó una imagen como hombre de familia, aun con sus errores como el que tuvo una noche en Colorado y que lo llevó a prisión, acusado de una supuesta violación, en un caso que terminó 14 meses después de un proceso judicial y escandalosos titulares en los medios.

Pero se levantó y rehízo su imagen, hasta convertirse en un héroe, cuya elegancia, suavidad y eficacia en la cancha, logró armonizarse con la del hombre que traspasó las fronteras del deporte, impulsado por una ambición y una capacidad de trabajo que fue resultó incomparable.

Hoy el mundo llora su partida revestido por una tristeza tan persistente que invade el alma como bruma que oculta el día. Pero su legado seguirá brillando con la intensidad desplegada durante los veinte años en los que sedujo con pasión y heroísmo sin par.

La leyenda de Kobe Bryant, apenas empieza.

Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR

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