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Estocada mal dada, Nicaragua

El peaje

En otras actividades de los seres humanos, existen especies de peajes ilegales, antiéticos y amorales, que se califican como coimas, para poder instalar un negocio de cualquier índole

En muchas autopistas del mundo, construidas y administradas por empresarios privados en sociedad con los Estados, cada cierta cantidad de kilómetros se paga una suma de dinero, para tener derecho a circular por las mismas; a ese tributo se le llama peaje. También se da peaje para que los barcos puedan circular por vías acuáticas, como el Canal de Panamá o el Canal de Suez. Estos son pagos legales.

En otras actividades de los seres humanos, existen especies de peajes ilegales, antiéticos y amorales, que se califican como coimas, para poder instalar un negocio de cualquier índole. Pero también en el mundo de la política existe este tipo de peaje; por ejemplo, en países regidos por gobiernos autoritarios o dictatoriales, un peaje que algunos dirigentes políticos de determinados partidos le dan al dictador, para que les permita existir, en muchos casos sin cumplir los requisitos de ley para tener la personalidad jurídica o para no ser acusados por actos de corrupción, es no asumir de forma real una actitud de verdadera oposición a la dictadura, sino solo de forma aparente en el discurso y hasta cierto límite impuesto por esta y prestarse a campañas para atacar a partidos o personajes políticos de la verdadera oposición, que luchan a cualquier costo, aún a riesgo de sus vidas, para el derrocamiento de esa dictadura y el advenimiento de un verdadero régimen democrático.

Este tipo de peaje forma parte de las medidas represoras, que contra la ciudadanía ejercen todos los días los dictadores a través de sus fuerzas policiales, parapoliciales, paramilitares, judiciales y todas las instituciones sobre las cuales tienen influencia o control. Los ataques excluyentes y discriminatorios, las acusaciones infundadas y hasta injuriosas y calumniosas en contra de dirigentes u organizaciones políticas, a los cuales consideran como sus más peligrosos enemigos, coincidiendo en esto con el dictador, obedecen a su necesidad de hacerse un espacio desde el cual usufructuar su relación encubierta con el poder y disfrutar las mieles que de este emanen, transformadas en curules o cargos públicos o en oportunidades de traficar influencias, para hacer negocios con ventaja sobre los empresarios honestos o para conseguir favores de toda índole.

En la Nicaragua actual, bañada con la sangre y el sufrimiento de sus mejores hijos e hijas, por atreverse a reclamar libertad, justicia, respeto a los derechos humanos y democracia, pululan algunos de estos retorcidos saltimbanquis. El pueblo de Nicaragua ya los conoce y hasta los ha etiquetado con apodos que caracterizan sus personalidades. Por mucho peaje que estos le den al dictador, no pasarán por la autopista de la libertad y la justicia, sino por la de la burla y el desprecio ciudadano. Seguirán siendo motivo para el trabajo de los caricaturistas.

El autor es general en retiro. Miembro del partido MRS.

Columna del día Crisis en Nicaragua peaje archivo

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