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La UNO jamás fue un partido político

La UNO fue una alianza de 14 partidos políticos que tenía como objetivo primordial ganar las elecciones que el Frente Sandinista había accedido adelantar y una vez en el poder democratizar el país reformando la Constitución del 1987, que concedía al presidente los mismos o más poderes de los que ejercían los reyes absolutistas de Francia como Luis XIV quien proclamaba “el Estado soy yo”.

Cambiar el sistema económico que mantenía al país en la miseria con una inflación semejante a la de Venezuela de hoy. Abolir el servicio militar obligatorio que estaba acabando con la juventud y que el ejército y la policía dejaran de estar al servicio de un partido político y pasaran a ser servidores del Estado. Con tales reformas se aseguraba al pueblo el término de la guerra fratricida y por consiguiente el desarme de la Resistencia, popularmente llamada la Contra.

Para pertenecer a la UNO no se exigía la renuncia a la militancia de los miembros de su partido. Cada quien continuaba con sus principios e ideología, solo que mientras duraba la campaña se guardaron las banderas partidarias y se trabajaba por el interés común de la Alianza. Así participaron conservadores, liberales, comunistas, socialcristianos, socialdemócratas y centroamericanitas. La organización operaba de manera sencilla y eficaz: un jefe de campaña, un jefe de control electoral, un jefe de organización territorial. El vocero o jefe de propaganda y un encargado de finanzas. La organización nacional que operaba en Managua se formaba también en los departamentos, siendo los de las cabeceras departamentales los encargados de crearlas idénticas en los municipios. Todas las jefaturas estaban formadas por miembros de todos los partidos. No había monopolio de ningún partido. Fue una maquinaria bien aceitada que funcionó con las naturales dificultades y roces que se dan aún en la intimidad de los propios partidos cuando son democráticos y no solo tienen que oír y obedecer al jefe único. Se inscribió la Alianza y obtuvo casilla en la boleta electoral. Como las casillas eran asignadas a la suerte, le tocó a la UNO el número 1. Este golpe de gracia hizo palidecer a algún comandante y obligó al comandante Daniel, candidato a la presidencia por el FSLN, a repetir en sus arengas: “La UNO es ninguno”.

De manera que quienes afirman que la UNO fue una unidad que se disolvió pronto, que no llenó su cometido, que fue un partido sin vida, están equivocados, no conocen la historia reciente de la organización política más exitosa que hemos tenido los nicaragüenses. Ya en el poder con doña Violeta Barrio de Chamorro como presidenta de la República, su gabinete y la UNO en mayoría en el poder legislativo (Asamblea Nacional) fueron capaces de realizar todo lo propuesto por la Alianza: la reforma de la Constitución, que se dio casi al final del período porque la UNO, aunque ganó con 60 diputados las elecciones, solo funcionó con 52, porque nos robaron 8 diputados cuyos nombres y circunstancias fueron de toda la UNO conocidos. Hubiera podido la UNO hacer sola las reformas. Solo fue posible cuando 20 diputados del FSLN se alejaron de Daniel Ortega e hicieron lecho aparte. Así se pudo conseguir las reformas. En 1996 quedó la mejor y más democrática Constitución que haya tenido Nicaragua. Infortunadamente, poco después, siendo presidente de la Asamblea el expresidente Arnoldo Alemán la Constitución fue reformada mediante el pacto Alemán-Ortega, obedeciendo las exigencias de Ortega para entronizarse en el poder y Alemán librarse de la cárcel merecida por corrupto que había despojado de varios millones a su país, el más pobre de América después de Haití.

El gobierno de la UNO cambió el sistema económico centralista por una economía de libre mercado. Redujo la deuda externa heredada del frentismo de doce mil millones de dólares a un poco menos del 50 por ciento. El Ejército y la Policía se nacionalizaron. Cambios positivos que duraron 16 años, hasta la asunción al poder del comandante Ortega en 2007. Quede claro: la UNO, no fue un partido político, no fue unidad política, solo hubo unidad en la acción para ganar las elecciones y lograr los cambios democráticos que hemos descrito, según los recuerdos de nuestra participación en aquella Alianza y en aquella Asamblea (1990-1997).

La autora es profesora retirada. Fue dirigente y diputada de la Unión Nacional Opositora (UNO).

Opinión partido político UNO archivo
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