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Chuno Blandón inaugurando estudios de Radio Sandino en 1981. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

La vida de Chuno Blandón

Abogado, periodista, hombre de radio, dramaturgo, escritor, humorista, primo de Carlos Fonseca, mujeriego, historiador, teatrista, empresario, sobrino de Blanca Aráuz, dueño de Radio Tigre, todo eso se puede resumir en un solo nombre: Chuno Blandón.

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En los años ochenta del siglo pasado, cuando mandaban los sandinistas en Nicaragua, se produjo la siguiente conversación en una sala de redacción, entre una autoridad y el jefe de los periodistas:

—Entonces licenciado, le ruego que tenga mucho cuidado al publicar esas noticias, que podrían traer alguna zozobra a nuestro pueblo, ¿verdad?

—Así es comandante, así es. Usted sabe que aquí tratamos de ser un medio responsable y serio.

—Así es licenciado Tinta China.

El “comandante” era Tomás Borge. Pero no el real. Sino un imitador que Jesús Miguel “Chuno” Blandón hizo actuar en su programa radial El Tren de las Seis.

Lo raro es que esa escena se reprodujo bajo el mandato de los sandinistas, quienes no toleraban la crítica. Pero más raro es que el programa se transmitía en la Radio Sandino, propiedad de los mismos sandinistas.

“Chuno no tenía venda en los ojos”, dice su ahora viuda, Miriam Palacio, quien explica que su recientemente fallecido esposo era militante del FSLN pero sabía valorar lo bueno y lo malo.

Palacio también recuerda que en Radio Sandino su esposo tenía un programa que se llamaba Línea Directa, y ahí entrevistaba a Enrique Bolaños, en los años ochenta presidente del Cosep y opositor a los sandinistas. Años después, Bolaños le decía: “No tenías miedo vos, me entrevistabas”.

Chuno Blandón, fallecido el pasado 13 de marzo, fue periodista, amante de la radio, y se graduó en Derecho sin llegar a ejercer la carrera. También fue actor de teatro y escritor.

Su especialidad fue el humor satírico político y su mayor legado fue el programa radial El Tren de las Seis, en el que criticaba a los políticos, especialmente a los somocistas, pero después también lo hizo en la época sandinista.

Miriam Palacio y Ana Blandón, viuda e hija de Chuno Blandón. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Producto del bullying

A la periodista Jennifer Ortiz, Chuno le explicó que él se convirtió en humorista satírico cuando era muy joven, para vengarse de las burlas que había sufrido entre sus compañeros de clases por su hablado de campesino. Fue en un boletín que él escribía a mano, en la secundaria, y que valía 25 centavos de córdoba, en el que él se burlaba de sus compañeros de clases y también de sus profesores en Matagalpa.

Chuno, quien había nacido en Matagalpa en 1940, se crió en San Rafael del Norte, un pueblo sumamente rural en el que no había luz eléctrica. Era tan pobre, contó, que por las mañanas tenía que perseguir a una vaca para ordeñarla, beber leche y luego poder ir a la escuela.

Cuando llegó a la universidad en León, su primo, Carlos Fonseca Amador, fundador del FSLN, vio en él las cualidades de humorista. “Vas bien”, le decía. Y Fonseca también le pidió que escribiera una columna de humor, que se llamó Chunadas, para la revista Segovia que Fonseca había fundado.

Para sus conocidos, Chuno llegó a desarrollar un gran sentido del humor, negro la mayoría de las veces.

“Tenía una capacidad inmensa para satirizar. Inmensa capacidad del humor. De inventar. Era chispeante en su conversación y tenía mucho conocimiento de todo”, asegura la periodista Ángela Saballos, amiga del comunicador.

Miriam Palacio, su viuda, cuenta que Chuno se unió a la lucha contra Somoza y tenía una vida política muy activa, “sacando de forma burlesca las cosas de los políticos”.

Chuno contó en vida que fue uno de los sobrevivientes de lo que se conoce como la masacre estudiantil de 1959, cuando la Guardia Nacional mató a cuatro estudiantes al dispersar una manifestación que se realizó el 23 de julio de ese año.

Según dijo Chuno, estaban ocurriendo varias cosas en la vida política de Nicaragua, como un levantamiento armado en El Chaparral, y los estudiantes salieron a protestar contra el gobierno de Luis Somoza.

La marcha habría terminado cerca de las 5:00 de la tarde, pero algunos estudiantes siguieron y fue cuando llegó la Guardia a disparar. Chuno quedó sordo a causa de los disparos y luego de eso cayó varias veces preso.

Dibujo que hizo Carlos Mejía Godoy de Chuno Blandón. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Periodista

Chuno quería ser periodista. Pero su padre, el comerciante matagalpino de café, Miguel Blandón Rodríguez, quería que su hijo estudiara algo que le ayudara a ganar dinero. Chuno le tuvo que dar gusto a su padre y estudió Derecho. Cuando se graduó, le entregó el diploma a su papá. Misión cumplida.

Luego se dedicó a lo que quería, tan así que su padre le heredó posteriormente una radio. Chuno le llamó Radio Futura y la organizó con otros jóvenes.

Pero Chuno había trabajado ya en varias radios conocidas del país en los años sesenta: Radio Circuito de León, Radio Centauro en Managua. Y hasta en la Radio Mundial, donde tenía el programa Ocho Columnas.

Su pasión era la radio.

Aunque también gustaba del teatro y así, con esas dos experiencias, funda su programa El Tren de las Seis.

La Radio Futura la hizo funcionar a finales de los años setenta y coincidió su programación con el asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro y las críticas al somocismo hicieron a la radio víctima del odio del régimen.

En febrero de 1979, mientras Chuno creía que había habido un apagón o algo parecido, dinamitaron la planta de la radio, que estaba en Carretera Norte, y ese fue el fin de la emisora.

Cuando los sandinistas triunfaron, Chuno donó los equipos de la radio al nuevo gobierno.

Chuno Blandón durante un homenaje. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

Director de Radio Sandino

Chuno Blandón fue llamado por los sandinistas para dirigir Radio Sandino, la radio que durante la lucha contra Somoza había estado en la clandestinidad pero que con el triunfo sandinista fue instalada cerca de Tiscapa.

Fueron cinco años al frente de la radio, donde echó a andar de nuevo a su “tren”, el programa El Tren de la Seis.

Chuno contó en vida que ese programa estaba inspirado en la estación del tren en León. “En la estación del tren de León se escenificaban frecuentemente grandes balaceras, con muertos, heridos y el escándalo, además, sus vagones siempre llegaban atrasados.

Me gustó hacer las parodias de dicho lugar”, le dijo a su esposa Miriam Palacio, en el libro de ella sobre la radio en Nicaragua y sus protagonistas.

Por El Tren de las Seis, en los ochenta, pasaron Otto de la Rocha, Adán Ramos, Carlos Rodríguez, Evelyn Martínez y otros actores radiales con vasta experiencia porque habían pasado por la radio Mundial de los sesenta y los setenta.

Dirigiendo Radio Sandino, Chuno conoció a su esposa, la segunda y con la que vivió hasta el final de sus días, Miriam Palacio Sevilla. Ella laboraba en la radio y un día, sin autorización, hizo de locutora de un noticiero porque no había llegado el locutor. Chuno, el director, la mandó a llamar y ella pensó que la iban a correr. Él quería felicitarla porque leyó bien en el noticiero.

Se conocieron en 1982 y se casaron al año siguiente.

La inteligencia de Chuno, y la forma en que la trató siempre, deslumbraron a Palacio, de profesiones abogada y periodista, al punto que le perdonó a Chuno “su afición por las mujeres”. Aunque él siempre negó sus andadas. “Son habladurías de la gente”, le decía.

Chuno salió de Radio Sandino de forma triste, en 1985, año en que también entregó su carné del FSLN. Con los años, Chuno mantuvo buenas relaciones con sus excompañeros de partido.

Miriam Palacio posa con un dibujo de Chuno que le hizo Lezamón. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Empresario

La periodista Ángela Saballos admiró de Chuno Blandón su esfuerzo por hacerse independiente.

Tras salir de Radio Sandino, Chuno vivió unos tres años de forma dura.

Luego, con apoyo de Dionisio Marenco, consiguió un préstamo y compró la radio El Fabuloso 7, que para finales de los ochenta era casi solo la frecuencia. Lo tangible estaba en “cacaste”. Y de ahí surgió Radio Istmo.

Luego vinieron dos radios más: La Juvenil y La Tigre.

En La Tigre, Chuno gastó sus últimos cartuchos. Veló por ella casi hasta el último suspiro. Ya enfermo, llamaba todas las mañanas, y también por las tardes, para saber “cómo iban las cosas”.

Su hija —con su esposa Miriam Palacio— Ana Christian, ahora al frente de La Tigre, ya no escucha más esas llamadas diarias de su padre, pero asegura que este le enseñó todo para que en la actualidad ella esté al frente de la radio.

Ella salía de La Tigre y al llegar a su casa sentía que seguía en el trabajo, porque ahí estaba “el jefe”, su papá, quien continuaba pidiéndole informes sobre las labores en la radio, ubicada en la colonia Independencia, a un costado del Hospital Bertha Calderón.

Chuno logró tener éxitos con sus radios, aunque tuvo que lamentar un fracaso: su restaurante Río de Luna, ubicado en el kilómetro nueve de la Carretera Sur, pensado como un espacio para los artistas. Cuatro años únicamente duró el proyecto. “No sacamos pero ni la inversión”, dice Palacio.

Con las radios fue diferente. Hubo éxito.

Sobreviven La Tigre, manejada por su hija Ana Blandón Palacio y La Juvenil, que la manejan los hijos de su primer matrimonio con Fanny Montenegro: Miguel Antonio y Thelma Carolina. Ambas radios son muy escuchadas.

Una de las cosas que más recuerda Palacio de su esposo es cómo acompañó en sus últimos días al dramaturgo Alfredo Valessi, quien dirigió una de las obras de teatro escritas por Chuno, El Nacatamal dorado. Chuno le dio apoyo a Valessi hasta la muerte de este último, quien fue sepultado en Nejapa.

El escritor

Atormentado por infartos, el Parkinson, un raro mal que se llama enfermedad de Crohn y un cáncer de piel, Chuno pasó sus últimos días casi aislado. No perdió la lucidez ni el humor, pero no gustaba que lo visitaran.

No perdió el humor porque acostumbraba a reírse de sí mismo, de sus males. Para tormento de su familia, bromeaba sobre su muerte, recuerda su hija Ana Christian. Era parte de su fortaleza emocional.

Aunque tenía siempre el humor, era negro, y rayaba en lo grosero a veces. Él mismo admitió en entrevistas que tenía mal carácter. “A veces tengo mal carácter. Trato de dominarlo, pero a veces boto la gorra”, dijo sonriendo en una ocasión a la revista Domingo. Ese era su defecto.

Miriam Palacio, su viuda, considera que su defecto era ser exigente. Pero después corrige, cuando se le reprocha que eso más bien puede ser una virtud. “La afición por las mujeres”, repara.

A pesar de las dolencias, Chuno escribía.

Uno de sus primeros libros, Entre Sandino y Fonseca, publicado en 1979, recoge todos los intentos de rebelión que tuvieron los nicaragüenses para derrocar a la dictadura somocista, desde que Sandino fue asesinado en 1934 hasta más o menos 1961, cuando se fundó el FSLN.

En ese libro, Chuno recoge los nombres de muchos hombres que fueron sacrificados o sufrieron cárcel y persecución por ver a Nicaragua liberada de la dictadura somocista, una literatura que muchos agradecen hoy en día.

Tiene otro libro en el que trata de dilucidar quiénes estuvieron detrás de la muerte de su primo Carlos Fonseca. Pero no llega a dar una conclusión final. “Él lo deja a la interpretación del lector”, explica Palacio.

Chuno no solo era familia del fundador del FSLN, sino también de la esposa de Sandino, pues su madre Agustina era prima de Blanca Aráuz.

Otro de sus libros, Ocaso del amor y el poder, trata sobre el expresidente René Schick, su intento de huida con una mujer de la alta sociedad nicaragüense, pero antes de eso murió de forma sospechosa.

Los aportes culturales de Chuno Blandón lo llevaron a recibir honores, como la Orden Rubén Darío y un honoris causa de la Universidad Nacional (UNAN).

Cuando murió, el 13 de marzo pasado, estaba pendiente de recibir varios homenajes, pero ya no se pudo.
De hecho, las protestas de abril de 2018 y la posterior represión orteguista lo agarraron muy delicado de salud. Según su viuda, él decía que la mejor opción para evitar derramamiento de sangre era el diálogo.

Cobertura histórica

Como amante del periodismo, Chuno Blandón siempre recordaba cuando asistió como delegado del Centro Universitario de la Universidad Nacional a un congreso de estudiantes en Cuba en octubre de 1962.

Ahí fue testigo de la Crisis de los misiles. Este conflicto se produjo porque Estados Unidos pedía el desmantelamiento de unos misiles que la extinta Unión Soviética había instalado en Cuba.

En esas fechas, él se hospedaba en el Hotel Habana Libre y pudo ver desde allí los barcos de guerra norteamericanos que rodeaban la isla. Esta fue la cobertura periodística más importante de su vida.

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