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Un nombre, personería y casilla

A la sufrida y heroica oposición actual le falta unidad de forma más que de fondo, porque todas las agrupaciones que la constituyen tienen ideales y exigencias unánimes de libertad y justicia.

Alianza Cívica, Coalición Nacional, Unidad Nacional Azul y Blanco, son nombres hermosos y que contienen todos idénticos principios, aunque no idénticas exigencias.

Los nombres se multiplican actualmente con 30 o más agrupaciones y esto implica, pregona desunión para críticos severos.

Se alega que hay enormes diferencias entre la Alianza UNO, nacida en 1988 y sobreviviente para lo esencial hasta 1997. No son tan hondas las diferencias con la situación actual de la oposición: el mismo dictador, cárceles, ausencia de libertad y justicia, reos políticos, etc.

Claro, entonces había una oposición armada, La Resistencia Nicaragüense, auxiliada por el inolvidable presidente estadounidense Ronald Regan, quien hasta expuso su propio cargo para lograr la democracia en Nicaragua. Centroamérica estaba unida para que nuestro país alcanzara la paz.

Sin embargo ahora nuestra situación interna es mucho peor que la de los años 80. Una policía pretoriana al servicio de la persecución del régimen contra civiles indefensos, la pobreza galopante sin salida visible.

Sería una interminable letanía repetir todas las desventuras que nos asfixian y que han degradado al país a límites de desesperación y angustia jamás sufridos antes.

Un nombre. Solo uno. Que no parezca superficial este enunciado.

Cuando los 14 partidos y las 2 centrales obreras tuvimos un nombre único, la UNO, desaparecieron las suspicacias y todos guardamos las banderas partidarias para luchar por el objetivo común: botar a la dictadura.

Vinieron las negociaciones internas para elegir candidatos a la Presidencia, a la Asamblea Nacional a los Concejos Municipales. Entonces no se elegía popularmente a los alcaldes. Era el Concejo Municipal quien los nombraba.

Después las negociaciones con el gobierno para conseguir personería para la Alianza UNO y de hecho la casilla electoral.

Todo este reprís puede parecer difícil y lo es, pero no es imposible. El gobierno tiene que acceder, por su propio bien a cambiar la estructura del Poder Electoral, en el sentido de renovar satisfactoriamente para la oposición y para sí, este poder electoral ineficaz, viciado y parcializado, por otro, desde los magistrados pasando por los concejos departamentales y municipales.

Va a costar mucho alcanzarlo, pero se puede si hay unidad de propósitos de fondo y de forma. Ya se alcanzó una vez, parecía un milagro, pero en política no hay milagros, solo negociaciones inteligentes y justas en las que todos ceden algo para lograr lo propuesto. Lo único que no se negocia son los principios y la mayoría de los nicaragüense, si no la totalidad, aspiramos y exigimos los derechos inalienables que todos tenemos humana y constitucionalmente:

Libertad y justicia. Elecciones libres, vigiladas por nacionales y observadas por organismos extranjeros. Cuenta veraz de los votos obtenidos. Cero fraude en elecciones del año 21.

Después, ya en el poder se podrán realizar los cambios que ofrecería el Plan de Gobierno con un ejecutivo honesto y trabajador y una Asamblea Nacional que renueve con equidad y sabiduría todos los poderes del estado para el establecimiento de la verdadera independencia de los mismos.

La autora es profesora retirada. Fue dirigente de la UNO en Estelí y diputada por esta Alianza a la Asamblea Nacional.

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