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En diciembre, Carlos Buitrago cumplirá 29 años de edad. LAPRENSA/Óscar Navarrete

El campeón sin corona. ¿Por qué “Chocorroncito” Buitrago no ha ganado el título mundial?

Desde pequeño, a Carlos Buitrago se le vaticinó un futuro exitoso: ser campeón mundial de boxeo, como su ídolo Alexis Argüello. Sin embargo, en el camino ha sido el púgil nicaragüense que más oportunidades ha fallado en busca de un título. ¿Por qué?

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Al ring del casino Fantasy Spring de California, Carlos Buitrago subió el pasado 30 de octubre con un traje que condensa sus años vividos. En su bata tenía escrito el apodo Chocorroncito que le puso su ídolo Alexis Argüello cuando lo miró por primera vez en un gimnasio, y a su lado las dos marcas que lo patrocinan. En su calzoneta, llevaba el nombre de su hijo Josué Abraham, y las banderas de Nicaragua, Puerto Rico —de su apoderado, el exboxeador Miguel Cotto— y la del Frente Sandinista. Todo en ribetes dorados y fondo negro, los colores que pueden representar el éxito y el fracaso.

Al bajar del ring, Buitrago se vestiría con el sexto fracaso en su intento por convertirse en campeón mundial de boxeo, después de ser derrotado por el mexicano Elwin Soto. “El sueño de conquistar el título mundial sigue vigente, sigue intacto”, dijo días después de haber perdido, en su casa en Managua, en la que solo ha quedado en el recuerdo el recibimiento que le organizaba el Frente Sandinista en el barrio Andrés Castro, donde vivía, cuando era un púgil invicto.

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Buitrago está próximo a cumplir 29 años de edad, pero pareciera que tuviera 10 años más, porque en los medios de comunicación se habla de él desde que era un niño promesa del boxeo. Los expertos le vaticinaban un futuro glorioso, y hasta el propio Alexis Argüello, la primera vez que lo miró, le dijo: “Pongámosle mente, que este chavalo va a ser campeón mundial”.

Ganas no le faltan y condiciones pareciera que aún tiene, porque las promotoras internacionales siguen confiando en él para peleas titulares. Es muy probable que sea el nicaragüense que más dinero ha ganado sin conseguir una corona, pero el tiempo, que además de pasar facturas a su rostro, cuerpo y habilidades, se le continúa agotando.

Antes de que suene la próxima campanada para Chocorroncito, viajaremos hasta sus inicios en el gimnasio de un barrio de Managua donde lanzó sus primeros golpes; conoceremos a su familia e intentaremos descubrir por qué ha fallado todas las oportunidades que ha tenido para conseguir el ansiado cinturón.

Brazo izquierdo en alto, Buitrago mientras ganaba una pelea cuando era niño. LA PRENSA/Archivo.

Inicios

Una tarde lluviosa del año 2000, Carlos Buitrago pisó por primera vez el Gimnasio Róger Deshon, en el barrio San Judas, donde su padre Mauricio “el Halcón” Buitrago, un excampeón nacional de boxeo, trabajaba como entrenador.

“Le miré la estampa desde chiquito. Le decía ‘tirá un jab (golpe recto)’ y rápido me lo captaba”, dijo su padre Mauricio Buitrago, en 2018, al Canal 13. Por esos días, llegaría Alexis Argüello, quien lo miró haciendo sombra frente un gran espejo y a partir de ese día le comenzó a enseñar combinaciones. “Ya trae ese gen de boxeador en la sangre. Que sea campeón mundial va a depender solo de él”, dijo Argüello en 2008, cuando Carlos recién había debutado en el profesionalismo.

Algo más haría Argüello: lo bautizaría como Chocorroncito en honor a un tío de Carlos, que fue futbolista y también amigo del tricampeón mundial. En realidad, el apodo que más le hubiera gustado llevar era Halconcito en honor a su papá, dijo Buitrago hace nueve años a esta revista.

Su paso a nivel amateur fue deslumbrante. “Un niño prodigio”, “Promesa del box a los once años”, “Chocorroncito vuelve a volar”, “Emoción boxística”, fueron algunos de los titulares de los periódicos de entonces. “Tiene unas combinaciones rapidísimas y tiene talento para llegar muy largo”, dijo el púgil Román “Chocolatito González”, en aquel momento.

Desde aquellos días, su madre Ruth Rojas, a veces lloraba al ver que su hijo se levantaba desde las cuatro de la mañana para ir a correr y desarrollar resistencia en los combates. En el Colegio Miguel de Cervantes, donde estudiaba, su fama le hizo ganar muchos admiradores pero también rivales que intentaban provocarlo por el puro deseo de “medirse” con un boxeador. Le enviaban mensajes retadores, con el típico estilo colegial de “nos vemos a la salida”.

En el colegio también tenía enamoradas anónimas, que lo miraban en televisión, y le mandaban apasionadas cartas de amor. El enamoramiento, sin embargo, lo viviría desde muy joven, a los 17 años de edad, con Roxana Flores, con la que ya se casó y tuvo a su hijo Josué Abraham, de tres años de edad.

Antes de que los cuadriláteros fueran su centro de trabajo, Carlos ayudó a su papá a pintar perlines cuando este se dedicaba a la construcción. Ahora, cuando no tiene pelea asegurada, genera dinero asando pollos para vender en algunas carreteras principales de Managua.

Con su padre, Mauricio Halconcito Buitrago, que siempre ha sido su entrenador. LA PRENSA/Archivo.

¿Por qué no gana?

Una tarde de septiembre de 2016, después de un entrenamiento en el Instituto Nicaragüense de Deportes (IND), Carlos Buitrago me dijo que había perdido sus primeras tres peleas de título mundial “porque no me cuidé para esas peleas”.
Para su cuarta oportunidad, Buitrago viajó a Japón, cuando su hijo Josué estaba a punto de nacer a finales de 2017. “Josué, la nueva inspiración de Chocorroncito”, tituló LA PRENSA en aquella oportunidad. Estaba tan motivado que, aunque era muy probable que se perdiera el nacimiento del bebé, se consolaba pensando que “regresaría a verlo como campeón”. Pero regresó noqueado.
En la quinta oportunidad, Buitrago subió una categoría de peso, porque pensaba que cada vez se le hacía más difícil bajar a las 105 libras e incorporó a un entrenador venezolano, Luis Escorche, a su campamento. “Ahora sí la oportunidad la voy a aprovechar”, dijo Buitrago. Días después fue noqueado.

De la nueva chance perdida el pasado viernes 30 de octubre, Buitrago no quiso hablar con LA PRENSA. Sin embargo, al periodista Carlos Alfaro le dijo que hizo una pelea “interesante” y que “Dios le permitió terminar bien la pelea y no conocí la lona”.

El dos veces campeón del mundo Rosendo Álvarez dice a LA PRENSA que el problema de Chocorroncito es que no puede ganar las peleas con un solo golpe bueno, que en el caso de Carlos es el golpe recto (jab). “Si él es retador, tiene que salir a rifarse, a tratar de acorralar al campeón y arrebatarle la corona de cualquier manera, pero el problema también es que no tiene confianza”, revela Álvarez, quien fue el primer púgil nicaragüense que consiguió un título mundial en su primera oportunidad. El otro que lo lograría sería Chocolatito González.

Para Álvarez, otro de los factores a mejorar es la actitud, porque “cuando uno va a una pelea de título sabe que va a una guerra: a matar o morir”. Eso se hace presionando y tirando golpes siempre. “No se puede conquistar la corona yendo para atrás, para atrás”, aconseja Álvarez.

Bayron Saavedra, un periodista deportivo que tiene años cubriendo las peleas de Buitrago, refiere que siempre se le ha señalado como un boxeador sin empuje. “Como si tuviera miedo a quedarse sin condiciones a mitad del trayecto y ser noqueado. Pienso que para él es bueno perder sin tocar la lona”, dice Saavedra, quien considera que es “solo conformismo de su parte. Parece haber quedado como una alfombra para que pasen otros y logren cumplir el sueño que él no cumplió”.

En esta pelea fue noqueado por el japonés Hiroto Kyoguchi en siete asaltos, en su cuarta oportunidad por el título. LA PRENSA/Archivo.

Actitud

En septiembre de 2008, durante la primera conferencia de prensa del primer campeonato de Chocolatito González, Buitrago dijo: “Yo no sé por qué se emocionan tanto con Chocolatito si yo voy a ser mejor que él”.

Era una frase atrevida pero que en aquel momento no lucía disparatada. “No lo era. Buitrago había asomado con fuerza y mucho fuego en el boxeo, que parecía enrumbado en una carrera sin límites. Elegante, vistoso y eficaz. Así lucía su boxeo y avanzaba sin pausas”, dijo el periodista deportivo Edgard Rodríguez, cuando contó la anécdota, el pasado lunes dos de noviembre.

Rosendo Álvarez es otro de los creyentes en el talento boxístico de Buitrago. Sin embargo, para el expeleador, también Chocorroncito tiene un problema de indisciplina. Un día el joven boxeador lo llegó a buscar a su casa para que lo entrenara, pero cuando Rosendo le dijo que aceptaba siempre y cuando le obedeciera en todo lo que le ordenara, se acabaron las conversaciones. “Yo sé cómo hacerlo campeón porque eso se cambia en el gimnasio”, señaló Álvarez.

Algo parecido sucedió con la última pelea. Al periodista Bayron Saavedra una fuente del equipo de Buitrago le reveló días atrás que el problema del boxeador es creerse el “dueño de su propio campamento”, es decir, el propio Chocorroncito es el que decide el ritmo de entrenamiento. “Los entrenadores terminan siendo figuras decorativas. No hay aprendizajes ni ajustes, solo rutinas para llegar al peso y pelear. Pelear sin alma”, expresó Saavedra.

Este tipo de críticas no le gustan al Chocorroncito. Una vez amenazó al periodista Saavedra porque este escribió algo que no le gustó sobre un combate. “Desde entonces se fracturó la cercanía que teníamos”, dice Saavedra.

En dos entrevistas cortas con las revistas Domingo y Magazine, reveló miedos pocos usuales para un hombre que se gana la vida dando y recibiendo golpes. En 2016 dijo que le tiene miedo a la oscuridad, y dos años después que lo pone nervioso la sangre. Quizás por eso el boxeador que soñaba con ser tan bueno como el mexicano Óscar de la Hoya, hoy celebra como victoria no morder la lona en un combate.

En el centro de la foto, Chocorroncito, cuando era una promesa del boxeo. LA PRENSA/Archivo

10 datos sobre Chocorroncito

El 16 de diciembre de 1991 nació Carlos Alberto Buitrago Rojas.

A los 16 años, en 2008, hizo su primera pelea profesional.

Su récord es de 32 victorias, 6 derrotas y un empate. Ha derrotado a 18 por nocaut y ha sido noqueado en dos oportunidades.

A los 17 años de edad Chocorroncito se convirtió en campeón mundial juvenil de la Organización Mundial de Boxeo (OMB).

En la revista Magazine contó que una vez que su mamá estaba con él visitando una amiga, él miró 20 córdobas y se los robó.

Tenía como siete años de edad. Cuando su mamá se enteró, en todo el camino de regreso a su casa le pegó para que regresara el dinero. “Fue una lección que nunca se me olvida”, dijo Chocorroncito.

Es fanático del Futbol Club Barcelona, de España, y del futbolista argentino Lionel Messi.

Desde que era un adolescente se congrega en iglesias evangélicas. Le gusta cantar las músicas de Alex Campos, cantante cristiano.

Estudió Administración de Empresas, aunque todavía no se ha graduado.

Siempre tuvo el anhelo de conocer Japón y lo cumplió en una pelea que perdió por nocaut en 2017.

Su película favorita es Caracortada y su actor favorito, por supuesto, Al Pacino.

Durante una sesión de entrenamiento. LA PRENSA/Óscar Navarrete

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