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Elecciones sí, pero con las banderas de abril

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Banderas

Campaña electoral sí, pero sin perder las banderas de abril. Yo celebro que haya tantos candidatos. No me gustan, pero entiendo los shows electorales. Entre más ambiente electoral exista, más problemas tendrá Daniel Ortega para robarse las elecciones. Entendamos esto: la única forma que la comunidad internacional le quitará la legitimidad, desconocerá, al próximo periodo de Ortega, si es que lo hay, será si se robara las elecciones cuando del otro lado estaba visible una oposición con demostrada capacidad de derrotarlo. Entonces, elecciones sí, pero sin olvidar abril que es lo que definitivamente las haría distintas de todas las perrerías electorales anteriores.

Dilema

Por lo que leo y escucho, la mayoría de los nicaragüenses coincidimos en dos cosas. Una, que las elecciones libres son la mejor solución a la crisis política y social que vive el país. Que la gente decida a quién quiere en el poder. ¿Es mucho pedir eso acaso? La segunda coincidencia común es que nadie apostaría cinco bollos a que Ortega permitirá elecciones libres que lo obligarían a entregar el poder. Eso lleva a un dilema: ¿declarar desde ya que no hay ni habrá condiciones para una contienda libre y cerrar esa puerta, o prepararse para el juego electoral libre como si de verdad fuese a ocurrir, sabiendo que es casi seguro que quedarán vestidos y alborotados?

Opciones

A pesar de lo raro que suena, soy partidario de la segunda opción: prepararnos para elecciones libres como si estas fuesen a ocurrir en noviembre próximo. La primera, aunque parezca más sensata, es la que más le conviene a Ortega. Que la oposición, desesperanzada, tire la toalla desde ahora para quedarse armando unas elecciones solo con sus zancudos. Con la oposición verdadera fuera, Ortega hasta se podría dar el lujo de aflojar un poco las libertades y conseguir alguna legitimidad a su “contundente” victoria. En cambio, con la verdadera oposición afilando el cuchillo todo este tiempo, Ortega vivirá aterrorizado hasta el último día. Es bastante probable que cierre todos los espacios, pero con ello hará evidente su derrota y la oposición podrá reclamar por “juego robado”.

Elecciones

No se trata, como he dicho en otras columnas, de ir a elecciones a como el dictador decida. Se trata de presionar y estar listos para unas elecciones verdaderas o, en caso contrario, abandonar el proceso en el último momento por falta de condiciones. Haciendo todos los reclamos que tengan que hacerse.

Candidatos

Celebro también la aparición de tantos candidatos. Todos son buenos candidatos. Obviamente, como usted, yo tengo más simpatías por unos más que por otros. Considero que unos podrían desempeñarse mejor que otros. Pero, no dudaré en apoyar a cualquiera de ellos que sea elegido para encabezar una unidad opositora, sin que eso signifique por supuesto, darle un cheque en blanco.

Unidad

Hay un tercer consenso: unidad opositora. Todos los nicaragüenses, incluyendo los partidarios del régimen, saben que si los opositores se unen, Ortega pasará a ser historia. Tanto para participar en elecciones como para dejar de hacerlo y que eso golpee a Ortega, es precisa la unidad. Y ahí es donde vuelvo a las banderas de abril. No hay que olvidar de dónde viene esto. No hay que perder de vista a los más de cien presos políticos. No hay que olvidar a las más de 300 madres esperando justicia para sus hijos asesinados. No hay que olvidar a los miles de nicaragüenses que malviven en el exilio y no pueden, por su seguridad, volver a la patria. No hay que olvidar lo que en aquel momento unió a tantos pensamientos distintos: que se acabará la dictadura. Nada más.

Kupia Kumi

Traicionan las banderas de abril aquellos que impiden la unidad y buscan cómo sacar provecho personal, empresarial o partidario participando divididos en elecciones a conveniencia del dictador. Ortega está en un momento de suma debilidad. De hecho, como dije antes, su régimen está en agonía. Con gusto daría una cuota de poder importante al grupo opositor que traicione a los suyos y le permita seguir gobernando. Es lo que hizo Somoza con Agüero. El Kupia Kumi. La historia se encargará de enterrar a aquellos que traicionen la sangre y el sufrimiento de tantos nicaragüenses.

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