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Edificios, casas y monumentos, todo se vino abajo la mañana del 31 de marzo de 1931 en Managua. LA PRENSA/Tomada de internet.

A 90 años del terremoto que agitó Managua en plena Semana Santa

El 31 de marzo de 1931 cayó martes Santo y la pequeña Managua de entonces fue sacudida por un terremoto de 6 grados que dejó más de mil fallecidos

En la historia de Managua se destacan los terremotos que han dejado una estela de pobreza, desolación y tristeza en varias generaciones de capitalinos. El 31 de marzo de 1931 fue uno de esos días oscuros. Los managuas desde temprano abarrotaron los mercados y almacenes. Era un martes santo —como la Semana Mayor que transcurre este año— y los pobladores se aprovisionaban para pasar esos días en abstinencia, siguiendo al pie de la letra las tradiciones de la Iglesia católica que primaban en ese entonces.

El sol apenas comenzaba a salir ese mañana, pero el calor era ya sofocante, sumado al ajetreo en la ciudad. Las meriendas y los manjares tenían que estar listos ‘sí o sí’ antes del Jueves Santo, cuando se suspendían las actividades laborales o comerciales y las personas se dedicaban a cumplir los rituales religiosos hasta finalizarlos el Domingo de Gloria.

El reloj marcó las 10:22 de la mañana y el tiempo se detuvo ahí. Las hojas de los árboles no se movían y el sopor hacía ver todo más lento. Nadie se esperaba la sacudida. De repente se comenzaron a escuchar gritos de desesperación. La tierra empezó a corcovear. Los edificios y las casas parecían de cartón. La pequeña Managua estaba siendo sacudida por un fuerte terremoto de intensidad 6 en la escala abierta de Richter.

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Después de la primera sacudida, la tierra comenzó a moverse de forma más violenta e inesperada. Los edificios que habían quedado en pie se terminaron de caer, hubo explosiones en los establecimientos comerciales. Una inmensa nube de polvo hacía más dramática aquella escena. Los primeros muertos empezaron a registrarse en la abatida capital.

Unos corrían para salvaguardarse y en el camino la tierra se los tragaba, o estructuras les caían encima. Y mientras aquella nube de polvo se disipaba se comenzó a ver la magnitud de la catástrofe que ocasionó aquel terremoto del 31 de marzo. Parecía una escena de película donde los sobrevivientes se arrastran entre los escombros pidiendo auxilio.

El escritor Apolonio Palazio, en su libro «La catástrofe de Managua, 31 de marzo 1931», documentó y describió a detalle aquel acontecimiento que marcó al país y del que hoy se cumplen 90 años. El autor detalla aquellos momentos de incertidumbre, cuenta incluso que la desorientación colectiva era tal que los vehículos se estrellaban contra los escombros de la ciudad.

Así quedó Managua aquel martes santo 31 de marzo de 1931. LA PRENSA/Tomada de internet.

Alejandro Cuadra M., cronista del Diario LA PRENSA, sobrevivió al terremoto. En 1956, cuando se cumplieron 25 años de la catástrofe escribió en el periódico cómo aquel terremoto lo dejó paralizado en plena Calle El Triunfo, una de las más viejas de la capital y por ende una de las más afectadas debido a las viejas construcciones.

«Fue una sacudida violenta. Algo indescriptible que paralizó mi mente y solo actué de inmediato en forma subconsciente, obedeciendo al instinto natural de conservación», reportó la Revista Magazine del Diario LA PRENSA en un reportaje especial sobre este acontecimiento histórico.

Construcciones no eran resistentes

Jaime Matus Vijil, ingeniero civil y director ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de Ingenieros y Arquitectos (ANIA), explicó a LA PRENSA que entre los factores que incidieron en cómo se dio la catástrofe de 1931 están: La baja densidad poblacional en el casco urbano, «eran pocas casas» y los materiales de construcción poco resistentes.

“El terremoto de 1931 fue de una intensidad más baja que la del terremoto del 23 de diciembre de 1972, ¿qué fue lo que pasó? En Managua lo que es el casco urbano era pequeño y las construcciones eran de adobe y taquezal, esas construcciones no son resistentes y cualquier sismo mayor a 5.5 de magnitud te las hace colapsar. Después se comenzó a construir con materiales de concreto, pero sin sujetarse a normas de construcción. Siguieron las construcciones con taquezal y con el terremoto del 72 vimos otra catástrofe similar, porque los que construyeron con concreto no se sujetaron a esas normas”, explicó el ingeniero.

El experto consideró que estas experiencias dolorosas han servido como escarmiento y afirma que actualmente las estructuras de las viviendas han sido levantadas con mayor responsabilidad, con materiales de calidad, lo que garantiza mejor capacidad de respuesta ante posibles eventos naturales.

“Hoy sí tenemos buenas construcciones, salvo en esas ubicadas en urbanizaciones donde no puede llegar la Alcaldía a supervisar , pero sí, hay mejores construcciones en comparación con aquellas épocas. Se ha superado bastante y confío en Dios que otros terremotos no causarán grandes estragos”, señaló.

Más de mil muertos

A medida que pasaban los días, los pobladores comenzaron a recuperar fuerzas, algunos hasta horas después del sismo se dieron cuenta que les hacía falta un integrante en la familia. Hubo destrucción total en el Hospital General, el Sistema Penitenciario y Palacio Nacional, donde funcionaban las oficinas principales del Gobierno, quedó totalmente destruido.

El terremoto también arrasó los dos mercados de la capital: el Central y San Miguel, como también el Teatro Variedades, La Casa del Águila, los templos de Candelaria, San Antonio, San Pedro y edificios radiales que existían en ese momento.

En las labores de búsqueda y rescate fueron rescatadas cientos de personas con vida. Sin embargo, el terremoto del 31 de marzo dejó entre 1,200 y 1,500 fallecidos. También se contabilizaron más de 2,000 heridos y 36,000 damnificados. Las pérdidas económicas se calcularon por encima de los 35  millones de dólares, según datos que recoge el reportaje de Magazine Nicaragua. Las víctimas que por el estado en que quedaron eran irreconocibles, fueron enterradas sin pena ni gloria en fosas comunes.

Iglesia La Candelaria tras el potente terremoto el 31 de marzo. LA PRENSA/Tomada de internet.

Víctimas en el Sistema Penitenciario

En el sismo de intensidad 6 también murieron varios soldados, personal médico de la Guardia Nacional y al menos 100 reos comunes encerrados en sus celdas del Sistema Penitenciario Nacional, las cuales fueron derrumbadas por el terremoto. Ahí fue su tumba. La estructura no resistió el fuerte movimiento ya que estaba situada cerca del Estadio Nacional, el epicentro del sismo.

El Sistema Penitenciario de la Guardia Nacional quedó hecho escombros durante el terremoto. LA PRENSA/Tomada de internet.

Ayuda internacional 

Los primeros países en pronunciarse fueron los de la región centroamericana. El Salvador envió por vía aérea alimentos, medicinas y dinero. A los tres días de la catástrofe, desembarcó en el Puerto Corinto una delegación de la Cruz Roja salvadoreña, y posteriormente, el 5 de abril, llegó otra representación de Venezuela. Esta misión trajo quintales de granos básicos como azúcar, arroz y medicinas.

Llegaron a Managua varias delegaciones de la Cruz Roja de los Estados Unidos, de Panamá y de Guatemala, con el objetivo de prestar servicios a los sobrevivientes de la capital y damnificados que fueron llevados a otras ciudades.

Harold D. Hoke, aviador del Cuerpo de Infantería de la Marina de Estados Unidos, quien estaba en Managua, salió en su aeroplano rumbo a Puerto Corinto para traer medicamentos y pedir socorro a los vapores de guerra que estaban en la bahía.

El presidente Moncada quiso “mover la capital”

El general José María Moncada, presidente de la República de Nicaragua, el día del terremoto se encontraba de vacaciones en su residencia campestre llamada Palacete de Venecia, en la ciudad Masaya. El mismo día de la catástrofe se trasladó a Managua para encontrarse con la capital devastada.

“La hora es dolorosísima para la nación. Debemos todos llamar las energías ocultas de nuestros corazones y la Divina Voluntad de la Providencia. Managua, la Capital de la República, yace casi destruida”, fueron las primeras impresiones del mandatario, recogidas por artículos históricos.

Posteriormente Moncada instaló en Masaya todas las cámaras de senadores y diputados con la intención de mover la capital a la Ciudad de las Flores, mediante un decreto legislando el traslado; sin embargo, fue desaprobado por el arzobispo, monseñor José Antonio Lezcano, y por un grupo de ciudadanos que formaron un movimiento que mostró su descontento por dicha decisión.

Después del terremoto de 1931, Managua ha sufrido otros sismos de mayor magnitud. Uno de ellos ocurrió siete años después, en 1938. Luego en 1951 se produjo otro terremoto de origen volcánico con una magnitud de 5.8.

En 1968, la colonia Centroamérica en Managua fue sacudida por un sismo de 4.6. Por último, el 23 de diciembre de 1972, sucedió uno de los terremotos más potentes que ha habido en Nicaragua y el mejor documentado por su cercanía en el tiempo. Hasta la fecha algunos sobrevivientes cuentan lo doloroso de vivir esa catástrofe en plena época de Navidad.

Avenida Bolívar después del terremoto. LA PRENSA/Archivo Municipal de Managua.

Fallas sísmicas en Managua 

Actualmente Managua cuenta con una población de 1.5 millones de habitantes, incluyendo a sus 8 municipios (Ciudad Sandino, Mateare, San Francisco Libre, San Rafael del Sur, Ticuantepe, Tipitapa y Villa El Carmen). El 69 por ciento del total de la población es representada por la capital, seguido de Tipitapa y Ciudad Sandino.

La capital está asentada en un sistema geológico que alberga al menos cuatro fallas sísmicas activas, unas de menor intensidad que otras. Entre las que destacan, están: La falla de Mateare-Las Nubes, en El Crucero; las fallas de Tiscapa y Chico Pelón, ubicadas en el centro de Managua; la falla de Cofradía y, por último, la de Nejapa.

Pese a estas fallas sísmicas activas, a criterio del ingeniero Matus, actualmente en Managua cualquier terreno está apto para la construcción, “no podemos descartar ninguna zona”; sin embargo, aclara que se deben de tomar en cuenta ciertos análisis estructurales y contar con la certificación de un ingeniero.

“Antes lo hacía cualquier ingeniero civil, ahora tiene que ser un ingeniero civil estructural, pero claro que se puede construir en cualquier lado. Solo que algunas zonas vas a tener construcciones más robustas por la condición del terreno o zona geológica que te exige que sea de esa manera”, apunta el ingeniero Jaime Matus.

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