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¿Y si lo desinsaculan?

El “tigre suelto” ha brindado seis días para que la oposición se una y quizá dispute —bajo sus reglas— el gobierno. Solo Mandrake podría hacer la magia en ese escenario perentorio. Entonces, inspirado en la tesis doctoral de uno de los precandidatos es que —sabiendo que me lloverán más menciones a mi madre que está en Chile, que al mismísimo Ortega—, además de calificativos de torpe, estúpido, bruto y quien sabe cuántas cosas más, y que ante Firuliche quedaré como un payaso de segunda, ante la desesperación que invade a la mayoría del pueblo, me las aguanto y comparto mi “propuesta” rescatada de la historia Patria.

En el capítulo La muerte repentina de la República, se relata lo ocurrido con el último de los presidentes conservadores de los 30 años a finales del siglo XIX: “La caída de la República se inició con la muerte repentina de Evaristo Carazo, situación que puso en marcha el fatídico mecanismo para escoger a su sucesor. En este caso, la suerte le tocó a Roberto Sacasa, uno de los tres senadores cuyos nombres se habían colocado en la urna sellada en 1889… Los cinco senadores escogidos para formar el grupo del cual se sortearía al presidente sucesor eran: Roberto Sacasa, Rosendo Lacayo, José Dolores Rodríguez y los expresidentes Adán Cárdenas y Fernando Guzmán. De conformidad con el procedimiento, se habían eliminado al azar dos de estos nombres, para que nadie supiera quiénes eran los tres restantes”.

El desinsaculado fue Roberto Sacasa, a quien le decían a sus espaldas sin que le disgustara “el Palomo”, quien fue tentado por la reelección —que no buscaron Fruto, Chema, Tomás, Pedro Joaquín, Quincho, Nando, ni Chente, de apellidos Chamorro, Guzmán, Cuadra, Cárdenas, Zavala, parientes entre sí, amigos o vecinos en Granada y sus alrededores, excepto “el Palomo” quien nació en León y buscó la reelección aduciendo que “no había sido electo”, y se murió la república conservadora—.

La providencia nos jugó una mala pasada; si el desinsaculado “hubiera” sido Chendo, Chepe Lolo, Adán o Nando, quizá la historia sería otra. (Aunque lo dudo). Entonces, conocido que estamos como estamos por culpa de la “providencia”. ¿Qué tal si le dejamos la oportunidad de corregir su error?

¿Podrían los candidatos —no de zacate— convenir en que una persona vendada desinsacule a quien enfrente a Ortega?

Se me ocurre lo anterior porque en la Coalición Nacional, Miguel habla bien de su hermano Félix; Félix ya dijo que si no hay unidad en mayo se retira de la política; Medardo es capaz de todo por juntar esfuerzos unitarios; mientras que en la Alianza Ciudadana, Arturo dice que apoyaría a quien sea mejor que él; Juan Sebastián se ofrece a servir desde ya en cualquier posición en el poder ejecutivo; don Noel ya ha declinado antes por la Patria y Américo seguramente se sumaría a la idea. Cristiana prefiere no competir si no se unen los dos grupos, lo que no ocurrirá.

Ante tanto patriotismo y deseos de salir de Ortega, ¡que sea otra vez la Providencia! Y está chiche. La Comisión de Buena Voluntad mete los papelitos en una bolsa (transparente, eso sí), vendan a la persona, lo desinsacula y primer asunto arreglado. Ya tenemos al desinsaculado. Después, la misma persona tira una moneda al aire (Cara para el PRD y Sol para CxL, o al revés) y vamos en la casilla del que gane, mientras quien resulte perdedor designa al Representante Legal. Ya para los diputados, pues se repite el “procedimiento providencial” y todos a votar el 7 de noviembre.

El autor es abogado, fue ministro de defensa de Nicaragua.

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