Justo Rivas pasa todo el día en su casa sin hacer ninguna actividad física. Los médicos no se lo prohibieron, pero él prefiere no hacerlo y esperar estar recuperado del pelotazo en el ojo izquierdo que lo dejó fuera del Pomares y también le imposibilitó jugar en la Liga Profesional, que despega el 4 de noviembre, y no sabe cuándo volverá a jugar. El beisbol ha sido su modo de vida y su forma de recibir ingresos para su familia, sin embargo desde el 1 de agosto no ha podido darle ese apoyo económico.
“Estoy bien. Como decimos en el buen nicaragüense, uno nunca se va a morir de hambre. Mi doña Carla Carballo está trabajando y ella con su apoyo y con lo que he recibido de algunas compañeros de equipo estamos viviendo”, afirma el máximo jonronero con bate de madera en los Pomares, quien nunca puso un negocio porque no le daba tiempo por el beisbol, pero sí tiene su casa en Masaya donde vive actualmente.
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Los beisbolistas en Nicaragua no tienen seguro médico, cuando se lesionan reciben pagos hasta donde llega el equipo en el que militan. Los peloteros son conscientes de su realidad y tratan de ser solidarios entre ellos. “En el gremio del beisbol somos unidos, cuando un pelotero tiene cierto problema el día de pago se aparta cierta cantidad y se le manda, pero eso se hace solo una vez, no es siempre. Tengo amistades en algunos de los equipos que me han ayudado económica y moralmente”, señala Rivas, quien recibió ayuda de compañeros de Jinotega, Estelí, Boaco, Bóer y Costa Caribe.
Así está su ojo
El 18 de noviembre tendrá la próxima cita en la que espera conocer cuándo será operado para intentar recuperar la visibilidad y luego conocer el tiempo de recuperación. “La doctora dice que la retina del ojo ha mejorado en comparación como estaba antes, pero me tienen que quitar el cristalino (es la parte blanca del ojo, que permite enfocar correctamente los objetos a diferentes distancias) porque se está reventando y me van a poner un lente especial. A partir de esa operación se sabrá qué tanto puedo recuperar la visión”, indica Rivas, quien de no volver a ver lo suficiente bien para jugar se dedicará a ser mánager.
El veterano pelotero explica que ve borroso, como cuando llueve y el vidrio de un carro empieza a empañarse. “Si veo a alguien de cerca y enfoco la cara, solo veo un círculo negro, pero sí le distingo el pelo, los hombros. Si trato de ver desde más largo, ese círculo negro es más grande y esa persona solo le podría distinguir de la cintura para abajo”, explica Rivas, quien estaba jugando con las Brumas de Jinotega cuando recibió el pelotazo.