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Alexis Argüello fue entrenador de Adonis Cruz. LAPRENSA

Adonis Cruz, vieja gloria del boxeo: “Me arrepiento de haberle hecho caso a Alexis Argüello”

Encontré a Cruz en Miami. Me habían contado que pasaba por una difícil situación tras un accidente laboral, que una sierra le abrió la cabeza y la misma casi le arranca el brazo, tenía una cuenta en el hospital que superaba los 30 mil dólares

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La vida de Adonis Cruz es el reflejo de que a veces no basta con las ganas y el talento para superar la pobreza y convertirse en un ícono nacional de boxeo, no todo depende de la fuerza de voluntad, se necesitan pinceladas de suerte y decisiones firmes. De aquel estilista sobre el cuadrilátero quedan los recuerdos de lo que pudo ser y no se logró, el ejemplo de estar tan cerca y a la vez lejos. El transitar de Cruz por el boxeo fue un coctel molotov de malas decisiones: un apoderado codicioso, un entrenador egocéntrico y un muchacho que no tuvo el carácter de tomar las riendas de su carrera deportiva. “Soy culpable de hacer caso”, me dice Adonis, mientras rememora con nostalgia el libro de su historia.

Crecí escuchando anécdotas y leyendo sobre el gran boxeador que fue Adonis Cruz en los años noventa, siendo parte de los “cuatro ases del boxeo profesional”, los catalogados como las joyas del pugilismo nicaragüense: Rosendo Álvarez, Julio Gamboa y Eddy Sáenz. Siempre me pregunté por qué un peleador con tantos recursos técnicos y gran capacidad de movilidad en el cuadrilátero no había llegado a ser campeón mundial y tan solo había tenido dos opciones titulares (Johnny Tapia en 1996 y Jorge Eliecer Julio 1998).

Encontré a Cruz en Miami. Me habían contado que pasaba por una difícil situación tras un accidente laboral, que una sierra le abrió la cabeza y la misma casi le arranca el brazo, tenía una cuenta en el hospital que superaba los 30 mil dólares y, recientemente iniciaba una demanda laboral para pagar las facturas. Mientras platicábamos rumbo a Homestead, donde se realizaría la entrevista, lo acompañaba su mamá, quien ha sido uno de sus principales soportes a lo largo de toda su vida. Cruz denotaba cansancio en la mirada y decepción con sus gestos, se arrepentía de muchas malas decisiones, pero nunca de haber entrado al boxeo: el deporte que le dio una identidad. “No sirve para nada ser una vieja gloria, pero me siento orgulloso de haber entregado todo”, confiesa.

Eddy Saenz, Julio Gamboa, Rosendo Álvarez y Adonis Cruz. LAPRENSA/ARCHIVO

Me cuenta que llegó en 2015 a los Estados Unidos tras la muerte de su padre en Chontales, Nicaragua, y haberse quedado sin trabajo, dice que lavó platos, carros, limpió casas y trabajó en la construcción, pero el 10 de diciembre de 2020 en el momento del accidente laboral el tiempo se detuvo. Se acompaña de un libro empastado que recopila recortes de periódicos cuando era pugilista junto a un título Fecarbox ganado en sus inicios en el profesionalismo. Se sienta para iniciar la entrevista, pero mueve el brazo izquierdo de un lado a otro, parece que no se siente cómodo. “Tengo dolores en el brazo desde el accidente, no puedo colocarlo en una sola posición. Hace poco me tuve que internar en el hospital porque no soportaba los dolores”.

¿Qué pasó en aquella pelea con Johnny Tapia?

Sucedieron muchas cosas que no todos saben. Cuando peleé con Johnny Tapia en Alburquerque estaba con Everth Alemán que era mi apoderado y decidieron que mi entrenador oficial fuera Alexis Argüello acompañado de Luis Cortez y Ramón “el Chino” Gutiérrez. Me reconcentraron tres meses. No sabía cómo era el clima de esa ciudad y me pusieron a entrenar en un gimnasio en el Mercado Oriental. Había mucho calor y cuando llegué al lugar de la pelea hacía mucho frío, clima helado, piscinas congeladas y ni siquiera podía salir a correr con tranquilidad. Alexis era exigente, pero eso nunca me molestó, hacía sesiones de sparring diario. Llegué un martes a Alburquerque y me sorprendió que el primer día de entrenamiento a cuatro días de la pelea por título mundial Alexis me pusiera a hacer sparring. Decidí aceptar, aguanté e hice sangrar al muchacho rival. Creí haber terminado y Alexis se enojó y me puso a otro boxeador más grande y fuerte. Andaba muy agotado, discutí con Alexis y no hice sparring.

¿Hubo más peleas previo al combate?

En otra ocasión me estaba muriendo de frío y el protector bucal no me dejaba respirar. Le dije al “Chino” que me lo quitara lo hizo y Alexis miró, le pegó una gran tratada hasta humillarlo. Me sentí mal porque yo lo solicité. Luego de varias discusiones en esa semana decidí que no iba a pelear, quería que se suspendiera la pelea, al final se calmaron las pasiones, nos fuimos al hotel y decidimos continuar. Alexis no me acompañaba a correr. Una vez fuimos a golpearle la puerta y tenía el cuarto pura neblina. El día del pesaje hubo otra discusión. Marqué 114.5 libras, Tapia se pesó como media hora después y nadie lo fiscalizó. A la hora de la comida no hubo pollo, ni carne ni espaguetis. Alexis me ordenó una papa gigante. Me hizo que comiera solo eso y le dije que no me gustaba. No cené, me fui a las máquinas a beber una coca cola y comer platanitos. Al día siguiente me fui con el “Chino” a comer a un restaurante escondidos. Pedí huevos rancheros, frijoles, tortilla y cuando iba a comer apareció Alexis y me quitó la comida. Me puse tan mal que comí de la máquina otra vez. Sin almorzar como se debía me subí ante Tapia, el favorito y púgil local.

¿No siente que durante la pelea le faltó iniciativa?

Tapia era un peleador muy fuerte y era loco para tirar golpes, le decía a Alexis que mi pelea era entrar, salir y jugármela por momentos como todo retador a la corona mundial, pero él me decía que solo estuviera a la distancia y me decía que debía seguir así. Me amenazaba que iba a parar la pelea. En los últimos dos asaltos le dije que estaba loco que iba hacer mi pelea y me fajé con él. Sabía que estaba perdiendo y debía entregarme a fondo a fajarme.  Yo tenía condiciones físicas. Cuando bajé al camerino me solté en llanto porque sentía que podía ganarle si no le hubiera hecho caso a Alexis. Fui donde Tapia y le pedí la revancha, dijo que si riéndose, algo que nunca sucedió. Mientras Argüello al final de la pelea en vez de abrasarme a mí, ni me tocó y se fue directo a abrazar a Johnny Tapia a levantarle la mano. Cuando llegué a Nicaragua hablé en la conferencia todo lo que había pasado. Pudo haber sido tricampeón del mundo y ser el mejor, pero nunca buen entrenador, después de eso no volvimos a hablar.

¿Cómo es que Alexis llega a su esquina?

Creo que Alexis llegó a mi esquina porque había conseguido la pelea de título mundial.

Dos años después tampoco pudo ser campeón mundial contra Jorge Eliecer Julio ¿Qué pasó?

Habían pasado dos años de la pelea con Tapia iba a cumplir 30 años y sentía que mi cuerpo no daría mucho más y estaba como un mes retirado del gimnasio. Estaba casado y le había dicho a mi esposa que no seguiría en el boxeo y que nos fuéramos a Chontales. Luis Cortez es un buen entrenador, pero le interesaba más ganar dinero. Recuerdo que me visitó un domingo y me dijo que había amarrado una pelea con Jorge Eliecer Julio en 118 libras, le dije que no seguiría y me convenció. Según me contó, le había dicho a mi apoderado que todos los días llegaba a entrenar. Cortez me dijo que me retirara con dinero tras la pelea. Entrené 15 días en Matagalpa. Ahí fue todo lo contrario: el clima era fresco en el norte del país y la pelea que era en Atlanta el clima era de mucho calor. El peso no me costó porque era en 118 libras, ahí comí normal como estamos acostumbrados y nos fajamos los 12 asaltos. No hubo nocaut ni caída y dimos una buena presentación. Después de la pelea quería quedarme en Estados Unidos, hablé con un promotor, pero no quisieron.

¿Por qué se retira a los 29 años?

Acepté la última pelea con Rosendo y Ana Francis, ellos tenían una promotora. Estaba desilusionado, miraba que con ellos peleaba, pero era con los tiempos de atrás ganaba cuatro mil pesos como cuando estaba con Mario Arce que te pagaban una nada. Le decía a Rosendo: “cuando estábamos con Arce nos hacía lo mismo y ahora vos hacés igual”. Cuando amarraron la pelea con Lester Bonilla le dije que sería la última. Realmente me dejé ganar. No me hubiera ganado nunca, pero decidí perder, yo le decía que tirara que no le iba a devolver las combinaciones, le dije que me iba a hincar para que él se levantara.

¿Cuál fue su mejor bolsa?

Con Johnny Tapia la bolsa era de 15 mil dólares, yo era ranqueado por la AMB, pero de eso solamente me entregaron 7,100 dólares, esa fue la bolsa más grande porque el apoderado recibía el 33 por ciento y de ahí le pagaron a los sparrings. Y contra Eliecer Julio fueron 10 mil dólares y me quedaron cuatro mil.

A usted también se le recuerda por la pelea contra Julio “Yambito” Gamboa, la cual está considerada una de las mejores de la historia de nuestro pugilismo…

Para esa pelea estaba con Mario Arce, él era mi apoderado. Vivíamos en Monseñor Lezcano y Arce tenía una imprenta y un terreno. Ahí nos reconcentró a Rosendo, Eddy Saenz y a mí. Vivíamos en unas camas y una señora que vendía comida nos daba de desayunar y cenar. Nunca vi tan lleno el Gimnasio Alexis Argüello. Arce organizó la pelea, yo sería estelarista, fue un combate duro y solamente me dio dos mil córdobas. Tres días después me llamó que la empresa Ámbar me tenía un reconocimiento. Fui con mi mamá desde Chontales a Managua y me dieron medio saquito de pollo congelado, por nada lo dejé tirado. Gasté más en bus.

De Arce hay muchas acusaciones de malos manejos…

Después del Yambito, el presidente de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Gilberto Mendoza, quien me había visto ganar me ayudó para conseguir una oportunidad titular. Entrené duro para enfrentarme a Alimí Goitia en Carabobo, Venezuela. Arce me había vendido a Everth Alemán y mi sorpresa fue que la pelea se canceló porque salí que tenía dos apoderados: Arce y Alemán. Arce había estado en las negociaciones iniciales y me había dicho que ganaría ocho mil dólares, luego Alemán investigó y el combate sería por 15 mil dólares, de entrada se estaba echando siete mil dólares. Por esas discusiones se cayó la pelea. Después se consiguió una pelea con Kawashima y también se cayó. El combate sería por 15 mil dólares y se cae porque Arce había pedido un adelanto de dos mil dólares para la preparación que no sabíamos. Mi nuevo apoderado iba a demandar a Arce. Esos fueron los dos mil dólares más fáciles que me he ganado. Arce me los tuvo que entregar no tenía opción, pero el daño ya estaba hecho. Recuerdo que abrí una cuenta de banco en Chontales con ese dinero.

¿Quién le enseñó más como boxeador?

De Polvorita Martínez en la Selección Nacional aprendí mucho, también aprendí haciendo sparring con Gustavo Herrera, Luis Mena y Adolfo Méndez, pero también es la inteligencia. Polvorita me ponía con unos peleadores estáticos y yo le pedía a Gustavo porque aprendía de Herrera. Uno lleva el estilo y la inteligencia, pero si pones a un estático con otro igual no se aprende, pero si lo pones con uno que se mueve si funciona.

¿Qué le hacía falta como boxeador?

Como boxeador lo tenía todo, menos la pegada, hacía de todo para mejorar la pegada pero nunca se desarrolla, eso se trae.  Si hubiera tenido pegada tal vez sería diferente mi historia.

Ha mencionado que Arce, Argüello y también la mala suerte lo persiguió, pero usted ¿de qué es culpable?

Soy culpable de hacer caso y me arrepiento de haberle hecho caso a Alexis Argüello de pelear como él quería y no cómo debía ser.

Luego de una hora de charla Cruz se siente agotado. Quiere volver a su cuarto donde alquila en el norte de Miami para tomarse unas pastillas. Las punzadas en su brazo le incomodan. Nunca se imaginó pasar por una situación así. En Nicaragua fue entrenador de la Copa Alexis Argüello y devengaba tres mil córdobas al mes. “Ojalá que la gente se acordara de las viejas glorias”, señala. A sus 51 años cargado de experiencia y madurez, reflexiona: “Dios no quiso que fuera campeón mundial” y consciente de lo impredecible del futuro apunta: “quiero que me recuerden como un buen peleador que hizo buenas peleas”.

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